15 de agosto de 2011

UN HOMENAJE AL ABUELO

UN HOMENAJE AL ABUELO

“La Florida”, un pequeño lugar paradisíaco junto al río san Lucas al final de una de las calles más importantes de Cajamarca, fue el hogar de quien al alguna época del siglo pasado mantuvo este hermoso lugar como un pequeño paraíso, lleno de jardines de donde se extraían una diversidad de flores que servían para satisfacer las necesidades de algunas familias cajamarquinas que visitaba el lugar para solicitar algún adorno floral para homenajear a una quinceañera, adornar la iglesia para un matrimonio o un presente floral para algún difunto; el lugar no era muy grande pero permitía que junto a las flores hubieran plantas de frutales como manzanos, peras, perillas, higos, capulís, poro poros, naranjas y hasta uvas así como árboles no frutales como eucaliptos, cipreses y sauces, aparte que una vez al año se sembraba maíz, frijoles y papas según la estación, y en alguna época tuvieron varios cajones de panales de abeja. Hoy la huerta es sólo historia, ya de ello sólo queda el recuerdo, un inmenso terreno baldío lleno gras y kikuyu y un tronco muy alto de ciprés que ubicado solitario en el centro de lo que fue alguna vez ese hermoso huerto de “La Florida”.

Allí vivieron mis abuelos, y desde que yo tengo uso de razón ambos se dedicaban a mantener la huerta en muy buenas condiciones, mas por la dedicación de mi abuela quien a pesar de sufrir de hipertensión arterial y artrosis deformante siempre la encontrábamos con su pico y su pala en el jardín hasta los últimos días de su vida. El abuelo en cambio siempre estaba leyendo sus periódicos que los conseguía por “arrobas”, y en ocasiones, y con mucha frecuencia se dedicaba a rendirle homenaje al dios baco que lo hacía una sola vez al año, iniciaba en enero y terminaba en diciembre; a pesar de ello nunca dejo de comer bien, siempre se las ingeniaba para darse un espacio y tomar sus sagrados alimentos puntualmente, por lo que tuvo una vida casi centenaria.

Los ancianos como él tienen en sus últimos años cambios significativos en sus sistemas mas importantes, y el mas llamativo es el que sufre el sistema nervioso, generalmente tiene memoria retrograda que quiere decir que suelen olvidar las cosas inmediatas pero recuerdan las cosas pasadas de su niñez, juventud o adultez, y a mi abuelo le pasaba con frecuencia estos episodios neurosiquiatricos, recuerdo que alguna vez en una crisis se acercó a mi casa a cobrar, de manera muy agresiva, unos “alquileres de casa” que los había realizado hacía muchos años atrás cuando él era dueño de la propiedad, y estas crisis también cursaban con episodios de gran depresión, así fue que en cierta oportunidad mi padre le pudo arrebatar de las manos una pequeña bolsa de una sustancia blanca que había comprado en la farmacia y que resulto ser “estricnina”, y lo había comprado, porque había decidido acabar con su vida.

El era muy solitario cuando estaba sobrio y paseaba frecuentemente por toda la casa, después de devorarse con la lectura cientos de periódicos, casi todos pasados de fecha, paseaba de arriba hacia abajo recorriendo los cerca de cien metros que tiene el largo camino de ingreso a la famosa huerta “La Florida” desde la calle hasta el final de la casa, haciendo siempre un alto en medio recorrido para sentarse en una piedra muy grande apostada en el camino y que servía de banca, la que en alguna época fue usada como batan para moler granos o otros implementos culinarios.

En cierta oportunidad el abuelo estaba en el camino, meditabundo, pensativo y muy deprimido, como lo había dicho muchas veces, él ya no quería seguir viviendo, decía que la vejez era muy triste y que Dios a él lo había olvidado porque ya era tiempo de que lo recoga y no lo hacía; palabras que muchos de nosotros sus nietos lo escuchábamos cuando conversábamos con él, pero casi siempre era para nosotros una frase jocosa mas, de un viejo simpático que a veces llevaba las cosas a la broma.

En cierta oportunidad se encontró con mi hermano menor, quien a pesar de ser todavía muy joven estaba algo delgado y ya mostraba algunas canas en descuidada cabellera, saludó al abuelo a quien le dio el encuentro en medio del camino cuando estaba realizando una de sus frecuentes caminatas diarias por el largo sendero de ingreso a la casa-huerta; se pusieron a conversar y como siempre el tema repetitivo del anciano dominó la conversación manifestando su aburrimiento por seguir viviendo, su gran deseo de morir y el relato triste de sufrir continuamente por ser viejo y casi siempre olvidado; mi hermano por tratar de animarlo le decía que no se sienta triste, que piense en la familia y en las cosas buenas de la vida. Pero él insistió en describir su triste situación y le dijo, “tú no sabes lo que es estar viejo, solo y olvidado”, siguió diciendo “cuando llegues a tener mi edad, y te repito, cuando llegues a mi edad y seas viejo como yo lo entenderás”.

Luego lo miró fijamente desde la cabeza a los pies y pensando un momento, le dijo:

¡SI LLEGARAS!

1 comentario:

ÑÑ dijo...

JAJAJAJA..........