23 de marzo de 2012

EL MILAGRO CONCEDIDO


EL MILAGRO CONCEDIDO

Regresábamos de visitar las ciudades de Chanchamayo y San Ramón en la Selva Central agotados por el inmenso calor de la zona u subíamos hacia la sierra de Tarma en nuestro pequeño automóvil blanco y nos detuvimos intencionalmente en el pueblo de Acobamba a diez kilómetros de la ciudad de Tarma donde a muy poca distancia en el cerro Shalocoto está el santuario del Señor de Muruhuay que queríamos visitar, era media mañana y como todos los que pasaban por allí no podíamos dejar de ver la imagen sagrada del cristo redentor dibujado en una gran roca y en donde los fieles dejan velas encendidas en su altar y ofrecen unas cuantas oraciones a la imagen santa del cristo crucificado, nos dirigimos hacia el santuario y toda la familia oraba con devoción de acuerdo al ánimo que el lugar santo despertaba en cado uno de nosotros.
Dice la leyenda del Señor de Muruhuay: que después de caer derrotados en los campos de Junín por las tropas patriotas, el 6 de agosto de 1824, muchos soldados españoles salieron huyendo, fue así como llegó a la zona de Muruhuay un oficial que temía ser descubierto y victimado por los peruanos, estaba asustado, enfermo y no tenía que comer y en su desesperación trazó la efigie del Cristo crucificado en la faz de una roca, haciendo uso de su espada y todas noches le oraba con clemencia. Una noche un humilde campesino noto que dos velas alumbraban el cerro y cuando se acercó vió la sorprendente imagen, inmediatamente avisó a sus patrones y al párroco pero en su inicio no le creyeron y por el contrario lo reprendieron diciendo que era producto de sus alucinaciones por sus frecuentes borracheras; pero el insistió hasta que verificaron la existencia de tan bella creación en la roca sólida del cerro. También existen otras versiones sobre el origen de la sagrada imagen como la que dice que el 3 de mayo de 1835 apareció grabada la imagen y se atribuye a la llegada de enfermos de viruela de Acobamba en Junín, después de que fueran abandonados por las autoridades virreynales. Cualquiera sea su origen la sagrada imagen es conocida por ser milagrosa y tiene una fiesta especial en su honor durante todo un mes hacia donde suelen viajar propios y extraños para rendirle el culto personal según la fe del visitante.
Era hora de continuar el viaje y seguimos a la ciudad de Tarma donde almorzamos cerca de las dos de la tarde y continuamos viaje, el cielo estaba completamente despejado y había un sol abrazador que permitía observar desde el automóvil los cerros de la ruta de Tarma hasta La oroya, atravesamos la espectrante ciudad de la oroya y continuamos ascendiendo hacia el abra del Ticlio que se acercaba lentamente por la distancia larga de la cordillera, repentinamente el cielo empezó a cambiar, se llenó de nubes densas tipo cumulu-nimbus tan oscuras y negras que parecía que era las seis de la tarde cuando solo eran las cuatro, y repentinamente empezó a llover gotas gruesas de agua en un principio y posteriormente empezó un fenómeno nuevo para nosotros, vimos caer gran cantidad de nieve sobre el campo cubriendo de blanco los verdes prados, la carretera de asfalto y las lunas de nuestro pequeño carro.
Cada uno de nosotros reaccionó de distinta manera, como yo manejaba me asuste porque no estaba acostumbrado a manejar en nieve así que baje la velocidad, para los demás era un espectáculo increíble, bello y extraño por ver nevar por primera vez; pero lo mas extraño fue la reacción de nuestro hijo varón el menor de los dos quien no dejaba de reír y expresar con múltiples gestos su alegría, saltaba sobre el asiento del carro, bajo del carro para recibir en su cuerpo la nieve helada que caía del cielo con sus múltiples cristalesy así estuvimos por aproximadamente media hora, pasado ese tiempo o sea aproximadamente a las cuatro y treinta de la tarde nuevamente cambió el cielo , dejo de nevar, las nubes lentamente fueron desapareciendo hasta que se despejó el cielo y apareció nuevamente el astro rey a calentarnos la tarde antes de pasar el abra del Ticlio a 4900 metros sobre el nivel del mar.
Todos nos preguntamos cuál fue el motivo de la alegría de mi hijo durante la medio hora que tuvimos de nieve en la carretera de regreso a Lima en las alturas de Morococha y él en su inocencia e ingenuidad y sobre todo en su especial convicción de Fe nos dijo:
Le he pedido al señor de Muruhuay que me muestre como es una nevada, me lo ha cumplido y me ha concedido el milagro.