11 de agosto de 2011

CUIDADO CON LO QUE DICES ( Las frases en doble sentido)

CUIDADO CON LO QUE DICES ( Las frases en doble sentido)

El español es un idioma que el Perú lo ha oficializado como nacional desde que un grupo de analfabetos llegaron a saquear nuestro país hace muchos años, sin embargo a veces le decimos idioma español y a veces idioma castellano porque como todos sabemos nació en Castilla un hermoso lugar al centro de España.

Dicen que en los países que han adoptado el español como su idioma, el que mejor lo habla es Colombia y creo que el Perú está en segundo o tercer lugar; nuestro idioma ha cambiado mucho en su escritura y su semántica desde el siglo XVI en que lo adoptamos después de que fuimos conquistados por los españoles extendiéndose por todos los países en América latina; su riqueza hace del español un idioma a veces fácil y a veces difícil de hablar, porque en nuestro idioma las cosas o los conceptos se pueden definir con solo una palabra que lo describe muy bien, pero a veces las cosas o los conceptos se describen con palabras polisémicas, o sea que tienen varios significados.

La palabra polisémica viene del griego “polys” que significa numeroso y mucho, y “sema” que significa signo o significado.

Así como hay palabras con varios significados también hay expresiones o frases con varios significados a las que les llamamos frases con doble sentido o doble significado; a esto en el idioma castellano o español se llama anfibología que viene del griego “amphibolía” que significa ambigüedad, que no viene a ser sino una figura retórica, muy utilizada por escritores y comediantes y que consiste en utilizar palabras polisémicas para conseguir expresiones de sentido ambiguo o de doble sentido.

La anécdota que voy a describir se trata de un hecho de la vida diaria que refleja la anfibología, y le sucedió hace varios años a una prima mía de carácter muy particular por su ingenua espontaneidad al hablar casi siempre sin percatarse de lo está diciendo sobre todo cuando le habla a un miembro de su familia.

Hace muchos años, en cierta oportunidad su esposo, un hombre muy noble y de carácter muy pasivo, había comprado un automóvil datsum amarillo en muy buen estado que le sirvió a la familia por mucho tiempo hasta que lo vendió. Ellos viven en una casa como son la mayoría de viviendas de Cajamarca, de material de adobe y sin garaje de estacionamiento, así que como ya habían adquirido un automovil, para guardarlo en la noche, habían acondicionado una de las puertas de ingreso a su domicilio para que se guarde el vehículo familiar y para ello tuvieron que ampliar una puerta, por el poco espacio que tenían, por donde el automóvil ingresaba como mano a un guante o sea que ingresaba calzando exactamente por el espacio justo.

Casi siempre era sólo el esposo quien manejaba el automóvil, sus tres hijos todavía eran muy pequeños y no le podían ayudar, así que fue mi prima quien se decidió a aprender a manejar para usar el automóvil cuando él estuviera trabajando u ocupado. Como aprender a manejar requiere de habilidad y no siempre es fácil, buscó quien le enseñe y con mucha dedicación y empeño y sobre todo mucha responsabilidad y especial tranquilidad para manejar aprendió poco a poco con mucho esfuerzo; pasaron varios meses antes de que pueda coger sola el automóvil hasta que por fin lo logró; casi siempre transitaba lentamente y respetando fielmente las reglas de tránsito por lo que nunca tuvo infracciones. Con el pasar de los meses había dominado todo menos el arte de estacionar el carro al momento de querer detenerse, se le hacía muy difícil hacer los cálculos del espacio entre el carro, las veredas y los demás vehículos, así como introducirlo al garaje de estacionamiento, lo intentó muchas veces pero por el espacio tan pequeño por donde el carro debería ingresar a su casa, nunca lo pudo lograr y como guardar el carro era siempre al finalizar la jornada del día, quien lo introducía al estacionamiento era siempre su esposo.

En cierta oportunidad regresó de una reunión a su casa en su automóvil muy tarde en la noche, su esposo ya estaba descansando, y se le presentó el gran problema de ingresar al automóvil al estacionamiento en el acondicionado garaje; lo pensó bien y después de estacionar el carro frente a su casa, abrió su puerta y rápidamente subió a su dormitorio que quedaba en el segundo piso despertando a su esposo lo convenció para que se levante y guarde el carro.

El, después que se despertó la escuchó atentamente, no de muy buena gana ante el pedido de su esposa, dijo que como ya era muy de noche y no había tráfico, si quiere que guarde el carro, que ella lo vaya acomodando frente a la casa y que cuando lo considere oportuno le avise para que baje y meta el carro al garaje.

Bajó presurosa y subió al volante, miró que no haya ningún carro y muy rápido y con cuidado puso el automóvil frente al garaje, y de inmediato, desde la calle, en el silencio de la noche, le gritó a su esposo:

ESPOSO MIÓ, YA ME CUADRÉ AHORA TU METELO.

Y todas las familias de la calle, salieron por sus ventanas a ver el espectáculo.

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