2 de octubre de 2011

EL DETALLE QUE FALTABA

EL DETALLE QUE FALTABA

Trabajaba en el Departamento de Apurímac entre los años 1979 y 1983 en una organización no gubernamental perteneciente a la más alta dirigencia religiosa del lugar que guiaba por el buen camino a los feligreses apurimeños, junto con otros médicos cuidábamos la salud de los grupos marginados y desposeídos del Departamento además de cuidar la salud de los mismos religiosos para que puedan cumplir a con total responsabilidad su labor pastoral. En esos cinco años conocí a muchos religiosos que fieles a su línea pastoral conservadora mantenían el uso de la larga sotana negra que solía arrastrarse por el suelo por lo que casi siempre se los veía con el borde inferior extremo de la sotana de color amarillento por la tierra urbana de la ciudad de Abancay.

Como hace ya veintisiete años de mi alejamiento de Abancay, no tengo la seguridad que este grupo religioso mantenga funcionando en la ciudad las dos escuelas para formación de los futuros religiosos al que le llamaban escuela menor la que era una de educación secundaria donde enseñaban los mismos religiosos y otra escuela mayor a donde asistían los alumnos que ya habían decidido ser religiosos y se preparaban para serlo; por este motivo a todos los religiosos se les había encargado la búsqueda de vocaciones y casi siempre que se encontraban con un posible candidato se pasaban largas horas tratando de convencerlo informándole sobre las bondades de la vida religiosa, su entrega al servicio de Dios y la salvación de las almas.

En cierta oportunidad llegó a la ciudad un sacerdote ya bastante mayor, mucho más radical en hacer cumplir los principios conservadores de su rama religiosa y muy decidido a moralizar la ciudad que por su tradición y geografía ya era por demás muy conservadora, era de “armas tomar” como se dice y no tenía reparos en usar su bastón para lograr lo que se proponía; en cierta oportunidad proyectaban en el único cine de la ciudad una película romántica que utilizaba en sus afiches propagandísticos la imagen de los protagonistas en un apasionado beso; este sacerdote que deambulaba la ciudad buscando que y como moralizar la ciudad, se encargo de romper con su bastón todos los afiches de propaganda pegados en las paredes de la ciudad.

Como era español parecía que se sentía con la responsabilidad de continuar la conquista de Pizarro y solía tener algunos disgustos con los pobladores porque se negaba a cumplir con su labor sacerdotal cuando consideraba que el feligrés era un pecador, así por ejemplo en una oportunidad se negó a darle el perdón de la confesión y los santos oleos en la cama del hospital a una viuda muy enferma que le pidió ayuda al religioso para sobrellevar su enfermedad, y es que su pecado fue que su viudez se le presentó después de largos años de convivencia sin haberse casado nunca por la iglesia.

Un día enviaron al religioso a realizar su labor pastoral a un pueblo a varias horas de la capital, parte del viaje lo tuvo que realizar en ómnibus y luego un largo trecho montado en un burro siempre acompañado de un guía proveniente del lugar, un joven de aproximadamente dieciocho años que acompaño al religioso por cuatro largas horas hasta llegar a su destino; en ese tiempo conversaron mucho sobre las costumbres del pueblo y sobre todo los gustos y aficiones del joven guía. Las celebraciones religiosas del pueblo duraron dos días y en ese tiempo el religioso mantuvo constantemente su oración que intercalaba con las ceremonias conmemorativas de la festividad del pueblo.

Finalizó todo y el anciano sacerdote debía regresar a la ciudad de Abancay y del mismo modo en que llegó tuvo que regresar, montado en el mismo burro en que viajo de ida y con el mismo guía que lo había llevado, el religioso observó por mucho rato al joven y pensó que como había demostrado mucha fe en las celebraciones que había realizado en el pueblo este sería un buen candidato para seguir la carrera religiosa.

Durante la larga travesía de regreso fue hablándole de lo hermoso que es ser un religioso de vocación, repetidamente fue hablándole sobre Dios y su infinita misericordia y de su bondad ilimitada, persistió hasta el cansancio sobre lo hermoso que es para un ser humano dar la vida por los demás ofreciendo ese servicio de Dios y a todos los seres humanos como lo hizo el mismísimo Dios, hablo del bien y del mal y finalmente después de las cuatro horas que duró el viaje de regreso le hizo resaltar sobre lo que había hablado que la preparación religiosa no le costaría nada porque tendría una importante beca de estudios otorgado por la congregación a la que él pertenece para que logre finalmente ser un buen religioso estudiando en la ciudad; el joven que al inicio se sentía un poco fastidiado por la insistencia del religioso en que estudie para ser como él, pero poco a poco fue cambiando de parecer y pensando y pensando le dio a su conciencia la posibilidad de ser religioso como le había planteado por varias horas en religioso; hasta que después recorrer los varios kilómetros del camino de herradura mientras hacían el regreso durante las cuatro horas, escuchando constantemente hablar de Dios y sus bondades así como la gran posibilidad de ir al cielo y salvar su alma, fue finalmente convencido por el religioso para que ingrese a la escuela para que estudie para religioso; muy contento el anciano religioso por su conquista, exteriorizaba dando alabanzas a Dios su extrema alegría por el resultado positivo de su viaje, y, antes de abordar el vehículo que lo llevaría finalmente a la ciudad, al momento de despedirse del joven guía, el religioso le preguntó que cuando se acercaría a la escuela a iniciar sus estudios, a lo que el joven pensando por un buen largo rato le contestó:

Padrecito, usted dice cosas lindas y me ha convencido, pero antes tengo que avisar a mi familia sobre todo tengo que avisarles a mi mujercita y a mis dos hijitos.