28 de diciembre de 2010

UNA SECUENCIA DE ERRORES

La iglesia católica considera que deben ser tres las condiciones para que una falta en la conducta de un ser humano sea considerado como pecado, la primera es la gravedad de la falta, la segunda es la voluntad de la misma y finalmente que exista conciencia de la acción, los errores de la conducta humana también tienen estas características de gravedad, conciencia y voluntad o la combinación de estos tres elementos que a la persona que cometió la falta lo hacen mas o menos responsable. En la vida de todo ser humano el error es parte del cotidiano accionar diario, pero cuando uno ya ejercita una profesión las faltas o errores son de distintos escalas y matices, un error en un carpintero será poco probable de sanción que la de un chofer que maneje ebrio, pero en el ejercicio de la carrera médica los errores no deben existir porque se trabaja con la vida de las personas, sin embargo como seres humanos en el ejercicio de las profesiones médicas también se cometen errores.

La historia que describiré se desarrolló en un hospital general de la capital conocido por todos por ser un hospital para mujeres, sin embargo hay algunos servicios donde también se atienden a hombres, en este hospital existen mas de ochocientas camas donde el mayor número de ellas pertenecen al Departamento de Medicina Interna donde la atención si es exclusiva solo para mujeres, este Departamento tiene cuatro pabellones de sesenta camas cada uno dividido en dos servicios, primera y segunda, y en estos ambientes se atienden a las pacientes a la vez que se hace docencia preparando a los futuros médicos de varias universidades y en donde se da un alto nivel de competencia entre los estudiantes así como entre los diferentes trabajadores de estos servicios.

El paciente que acuden al hospital a consultorios externos o especialmente el que acude al servicio de emergencia y que presenta alguna molestia que amerite una investigación especial para su diagnóstico, es “peleado” por los alumnos e internos de medicina para que se hospitalice en su servicio, de esta manera tienen una mayor casuística de diagnósticos difíciles que eleven los conocimientos del personal médico y de sus estudiantes, quienes quieren tener hospitalizado en su servicio a todo paciente con una presunción diagnóstica rara o interesante; esto hace que la personalidad del estudiante de medicina sea muy especial, pero el común denominador es que sean obsesivos e insistentes en la atención de sus pacientes para darles a cada uno de ellos una solución rápida a sus problemas de salud, porque la medicina es una carrera donde las decisiones y el tiempo juegan un papel muy importante ya que una indicación adecuada y oportuna puede salvar una vida.

Hace algunos años yo me encontraba destacado en este hospital realizando una capacitación de post grado, cursaba el tercer año de Residencia de Medicina Interna y estaba trabajando en el Servicio de Emergencia realizando una guardia nocturna, como médico mi responsabilidad era monitorear a los pacientes de la Unidad de Cuidados Intermedios, autorizar la hospitalización de los pacientes y supervisar el trabajo de los residentes de primer año y a los internos de medicina.

Emergencia era un servicio amplio y espacioso, en la parte delantera estaban admisión y caja, se ingresaba al ambiente por una puerta controlada por un vigilante y en los primeros espacios estaban dos consultorios para los internos que atendían a los pacientes que buscaban la solución urgente de una dolencia y el consultorio de traumatología, en el centro estaban los pacientes críticos y hacia el fondo los consultorios de gíneco-obstetricia, cirugía así como el ambiente de la unidad de cuidados intermedios.

En un momento en que yo estaba regresando de hacer mi visita médica a los pacientes de cuidados intermedios ubicado al fondo del ambiente, se me acercó un interno de medicina y me pidió autorización para hospitalizar en su servicio a una paciente que según él “era un caso interesante” que necesitaba ser hospitalizada para su diagnóstico y tratamiento; como era la norma le pregunté si el residente de primer año ya lo había evaluado y me afirmó que si y que estaba de acuerdo con él ya que trabajaba en su mismo servicio, luego le pregunté: ¿Quien era la paciente? y me señaló en la distancia a una persona de talla pequeña, tes trigueña, cabello largo algo trenzado y llevaba puesta una falda y una blusa que parecían estar en mal estado de conservación; firmé la autorización y la paciente pasó con su historia de emergencia al piso de hospitalización con la presunción diagnóstica de un posible proceso infeccioso de etiología a determinar.

Al día siguiente el médico interno que solicitó la hospitalización le hizo la correspondiente historia clínica, interrogando a la paciente minuciosamente sus datos de filiación, sus antecedentes personales y familiares así como sus datos fisiológicos como toda mujer, la fecha de su primera menstruación, la fecha de su última regla, tiempo que dura sus ciclos menstruales, etc, y la paciente respondió sin inmutarse y con lujo de detalles a cada una de la preguntas que le hizo el médico interno; luego pasó al examen físico registrando en la historia todos los signos semiológicos obtenidos del minucioso examen que le realizó, finalizando su evaluación anotando las presunciones diagnósticas y registrando la solicitud de los exámenes auxiliares a los que debía someterse la paciente para aclarar la causa de su enfermedad.

El interno presentó el caso a su residente de primer año, este a su residente de tercer año y a su médico asistente y finalmente en la ronda general del día siguiente presentó el caso a todos los médicos del servicio quienes con la información proporcionada por el interno discutieron y opinaron sobre los diagnósticos que podrían “encajar” en la patología de la que era portadora la paciente en estudio; como se hacía con todos los pacientes hospitalizados.

Como la hospitalización duró algún tiempo la paciente entabló amistad con las otras enfermas y conversaba amenamente con todas sus compañeras de infortunio, sobre el hogar, la cocina, el marido o los novios que tenían cada una de ellas así como los secretos de belleza que siempre es bueno tomar nota; se ayudaban entre ellas a depilarse las cejas así como acomodarse las uñas o los secretos de cómo usar el lápiz labial. Así pasaron dos, tres y cuatro días y los resultados de los exámenes de laboratorio no ayudaban a saber que es lo que tenía la paciente y cada vez le solicitaban mas pruebas; hasta que al quinto día de hospitalización durante una ronda médica donde opinan y evalúan los casos todos los médicos del servicio, conjuntamente con los residentes, internos y estudiantes de medicina, un médico asistente del equipo de trabajo opinó que el caso debería ser reevaluado, que se debería hacer una nueva historia así como reexaminar nuevamente a la paciente; con la opinión favorable de todos se decide proceder con lo solicitado, pero al intentar realizar el nuevo examen la paciente se mostró muy desconfiada y se agarraba fuertemente de la frazada y el cubrecama que se extendía en la cama de hospitalización, a mucha insistencia y con un poco de fuerza el médico logró imponer su autoridad y destapó a la paciente para examinarla quien al verse sin cobija solo atinó a cubrirse la cara y cuando el médico levantó la bata que llevaba puesta para realizar el examen físico que en ese momento había iniciado, se escucho de parte de todos los presentes en la visita médica un fuerte ruido de impresión y sorpresa ¡HOOOOOOOO! Y unas palabras de rabia e indignación de parte del médico que quería hacer el examen, quien gritando dijo:

¡QUE BARABARIDAD, NO ES UNA MUJER; ES UN VARON!

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