16 de diciembre de 2010

CUANDO EL MIEDO HACE PERDER LA RAZÓN - 2DA. VERSIÓN

Era las siete y treinta de la noche y en la soledad de la residencia estaba la dueña de casa completamente sola, su esposo solía llegar como siempre casi a media noche porque después del trabajo iba a estudiar su enésima maestría de su carrera profesional pues le gustaba superarse constantemente, su madre que vive con ella, una persona muy querida por todos por su especial desprendimiento, había salido hacer unas gestiones y sus tres hijos, dos mujeres y un varón estaban finalizando sus actividades en sus respectivos centros de trabajo y ella los estaba esperando pues era la hora en que ya se debía cenar.

La casa suficientemente cómoda como para que cada uno de los integrantes de la familia tenga su habitación, se sentía algo grande cuando se quedaba una sola persona como sucedió eses día. Las hijas mujeres aún acompañaban con amor a su madre pues estaban solteras y podían hacerlo y el hijo varón que también ya era un adulto, tenía, como todos los de su genero, su propia vida independiente que no solía ser del total agrado de su madre quien mostraba con él cierto recelo y casi siempre alguna leve incomodidad por su comportamiento.

Sentada en su sillón haciendo unas manualidades sentía un poco de calor por ser verano y cierto temor por la soledad y el silencio en que ella se encontraba dentro de la mansión donde la acompañaban solamente sus dos mascotas, una hermosa gata y un perro. De manera repentina los animales empezaron a correr por toda la casa sin una justificada razón y se acentuó profundamente el silencio del ambiente y ella sintió pánico, la superficie de su cuerpo se tornó como “piel de gallina” y sus vellos corporales se erizaron cuando de repente de manera brusca escucho unos ruidos extraños que salían del cuarto de su hijo, gruesos sonidos que se hacían cada vez mas intensos y mas extraños, lo primero que se le vino a la mente en la velocidad del pensamiento fue: SON LADRONES los que habían ingresado a su casa, pero estos indeseables nunca hacen ruidos que llamen la atención, tan intensos y fuertes, entonces pensó: ¿Que serán esos ruidos que salen del cuarto de este sinvergüenza? ¿No será que este hijo mío tiene costumbres diabólicas y son “ESPIRITUS” que salen en la noche ya que no hay nadie en casa, mas que yo? Un nuevo escalofrío recorrió todo su cuerpo desde su cabeza hasta sus pies, y con este pensamiento rápidamente se levantó del sillón y con reflejos de felino agarró una Biblia y un rosario y caminando hacia el cuarto de su hijo iba mostrando la cruz con una de sus manos y con los labios de su boca iba murmurando una oración, así se fue acercando poco a poco a la puerta del cuarto de donde provenían los extraños sonidos que cada vez se hacían más fuertes, abriendo bruscamente la puerta del cuarto miró al interior y para su sorpresa no observó ni encontró nada extraño, pero como era verano las ventanas del cuarto estaban todas totalmente abiertas, y por una de las ventanas que daba a la calle miró al exterior de la urbanización y vio con pavor unas extrañas luces como “relámpagos de tormenta” que se dibujaban en la atmósfera de la ciudad en la oscuridad de la noche, los ruidos continuaban y se acentuaban mucho más, pero esta vez se escuchaban en toda la casa incluyendo la parte exterior de la vivienda; el pánico que sentía era cada vez mas intenso y cuando observó las extrañas luces que se extendían a lo largo de todo el cielo limeño pensó: ¡No son espíritus, “SON EXTRATERRESTRES” que nos están invadiendo! ¡Dios mío ayúdame!, murmuró, y salió rápidamente de su casa para pedir ayuda a los vecinos y juntos enfrentar tremenda situación. Los extraños ruidos continuaban y mantenían su fuerte intensidad y ella se sentía cada vez mas afectada por el miedo que le causaba un gran descontrol que se iban acentuando mas y mas, pero esta vez, a las sensaciones que hasta ese momento había experimentado se agregó una inexplicable percepción de mareo al caminar y que en varias oportunidades casi la hacen caer al suelo; ya en la calle observó desconcertada a mucha gente desplazándose raudamente de un lado hacia otro y como no había nadie en su casa quiso compartir con los demás su personal tragedia de dolor y miedo, se acercó con ansias a una vecina, cuyo rostro también mostraba el pánico que ella sentía, y le preguntó ¿Ahora que hacemos? Pensando silenciosamente en la invasión de los extraterrestres, y la vecina le contestó:

DEBEMOS ACTUAR COMO DEFENSA CIVIL NOS HA ENSEÑADO CUANDO HAY UN TERREMOTO.

No hay comentarios.: