14 de diciembre de 2010

CUANDO LOS MENSAJES DE DIOS SON MENSAJES DEL DIABLO

Todo médico es preparado para servir a su prójimo sin importarle la condición social de donde este provenga, esta virtud está cambiando con el tiempo, ahora se prioriza la formación médica con espíritu de negocio, evidencia que deja ver el hecho que en un tiempo atrás se cambió la denominación de paciente por el de “cliente”; sin embargo este tema es de un análisis mas profundo que no nos toca verlo ahora., vayamos a la historia que motiva este relato.
En el transcurrir de su vida laboral, un médico experimenta hechos de todo tipo que quienes no tienen la preocupación de registrarlo, estos hechos se pierden en la historia personal de cada uno, pero quienes lo registran no solo sirve para enseñar la experiencia personal que ayuda en la formación de los estudiantes y profesionales de la salud, ya que son hechos de los cuales se basa la “Medicina basada en evidencias”; sino que sirven también para enriquecer la imaginación de quienes escriben las historias sobre las que están escritas los argumentos de ensayos y novelas y que muchos de estos hacen eco el adagio popular que dice que: “La realidad a veces supera la ficción”.
Muchos de estos hechos son tétricos, impresionantes, anecdóticos, jocosos y tristes y algunos de una profunda tristeza y que nos hace pensar y reflexionar lo desigual, variada e impresionante que es la naturaleza humana. Pasaré a relatar esta historia:
Faltaba pocos minutos para finalizar mi guardia diurna en el Hospital, era las siete y veinte de la noche, y como no había en ese momento pacientes con algún cuadro clínico de emergencia que atender caminaba por el pasadizo del servicio; de repente veo entrar por la puerta a un técnico de enfermería conocido por su trabajo en un puesto de salud de periferie en un distrito a unos treinta y cinco kilómetros de la ciudad, acompañado de una persona se sexo masculino de unos 38 años que se cogía del hombro del técnico, ingresaban a paso lento pero al paciente se le notaba una tranquilidad que me llamaba la atención mas no así al técnico que demostraba a lo lejos su preocupación; como desde la puerta de emergencia hasta el tópico de atención existe aproximadamente unos veinte metros, la lentitud con que se desplazaban permitía observar dos detalles, el mas saltante era la bolsa que el técnico de enfermería tenía en la mano opuesta a la que sujetaba al paciente y el otro era el hecho de que el paciente estaba envuelto todo su abdomen con una sábana amarillenta algo ajustada a la altura de su cintura.
Como tenía que examinar al paciente le pedí al técnico que lo acostara en la camilla y que descubriera su cuerpo mientras me describía la historia clínica que motivó su ingreso al nosocomio. Su relato fue: “El paciente provenía de las alturas del distrito de procedencia y de un tiempo a esta parte se había convertido en un asiduo lector de la Biblia, que por motivos que se desconocen estuvo tomando licor diariamente por diez días seguidos y que repentinamente presentó cambios en su conducta y en sus expresiones, pronunciando frases incoherentes relacionados a las lecturas bíblicas que realizaba y de repente, de un momento a otro, decidió encerrarse en su cuarto y exclamando que había recibido “mensajes divinos” y que uno de ellos era una orden directa de “Dios” que debía cumplir de inmediato, rompió una botella de vidrio y de un certero tajo se abrió el abdomen en una longitud de treinta y cinco centímetros, desde la “Boca del estómago” hasta cerca del “Pubis” extrayéndose posteriormente con sus propias manos los intestinos, quedando después del trauma acostado en su cama; los familiares avisaron al puesto de salud donde el técnico de enfermería junto con sus otros compañeros de trabajo acudieron a auxiliarlo, encontrando su cuarto cerrado por dentro y por la ventana se lo veía a él acostado en su cama, como estaba encerrado y no se podía entra por la puerta, la rompieron, ingresaron y quedaron pasmados al ver el cuadro trágico digno de una película de horror; el paciente estaba acostado en su cama, sangrando por la abertura de su abdomen y observaron restos de intestinos regados en el piso a un lado de su cama; de inmediato lo llevamos al Puesto de Salud donde el personal decidió trasladarlo al Hospital Regional mas cercano.”
El relato del técnico fue poco a poco afectando mi sensibilidad personal como médico, pero este se incrementó significativamente cuando el técnico mostró lo que contenía la bolsa que el técnico trajo al ingresar al tópico de atención de emergencia, eran nada menos que los intestinos del paciente, una masa amorfa y mal oliente ya que dichas vísceras estaban secas y necróticos y refirió que los había traído con la ingenua intención de que exista la posibilidad de que al operarlo el cirujano se los pueda volver a colocar en su lugar.
Al examinar al paciente me encontré con una herida abdominal grande cubierta con una gasa, al extraer la gasa se observó una herida de treinta y cinco centímetros abierta con coágulos dispersos, grasa abdominal y sangrado escaso; sus funciones vitales eran estables, a pesar haber ingresado caminando mantenía una presión arterial que hacía funcionar el resto de su organismo, mantenía setenta y ocho pulsaciones por minuto y no tenía fiebre y por supuesto que de inmediato se le transfundió grandes volúmenes de soluciones fisiológicas.
La pregunta clave para saber que podía hacer por el paciente era ¿Cuanto tiempo había pasado desde que el paciente se evisceró hasta su ingreso al hospital?, y el técnico me respondió que eran aproximadamente un poco mas de seis horas.
De inmediato avisé al cirujano de guardia quien después de evaluarlo indicó su inmediato traslado a sala de operaciones, y después del acto quirúrgico donde encontró vasos mesentéricos sangrantes, ausencia del noventa y ocho por ciento de intestino delgado, cinco centímetros de yeyuno y cinco centímetros de ileon, realizó el procedimiento correspondiente controlando la hemostasia, ligando los muñones intestinales y cerrando cavidad; el paciente salió de sala de operaciones con buena presión arterial y pasó a hospitalización al servicio de Cirugía.
Durante la noche el paciente se mantuvo muy inquieto, estaba tan agitado que el personal de enfermería de turno no lo podían controlar; el mismo se retiró el apósito que cubría su herida operatoria, después se retiro el venoclisis, el médico de guardia le indicó fuertes sedantes hasta que se quedo dormido; a la mañana siguiente por la tarde, con los estragos de la auto-agresión, la cirugía reciente y su evidente alteración mental sucedió algo increíble: Su madre y su esposa firman la historia clínica exonerando de responsabilidad al Hospital y solicitando su alta voluntaria, llevándolo al paciente a su pueblo; donde, por posterior información del técnico de enfermería, falleció a los tres días después de haber abandonado el Hospital.
¿Que había pasado con este paciente? ¿Que fue lo que lo llevó a tomar semejante decisión? ¿Cómo pudo soportar hemodinámicamente tanta agresión? Me hacía constantemente estas tres preguntas y mi interés por conocer las respuestas me llevó a conversar con el médico psiquiatra del hospital quien opinó que el paciente presentaba un trastorno psicótico tipo esquizofrenia, quedando otras posibilidades como un trastorno orgánico cerebral, depresión grave con síntomas psicóticos, epilepsia, etc, etc,. El psiquiatra manifestó que la impulsividad y el suicidio en pacientes esquizofrénicos es de considerar, pues se describe que el cincuenta por ciento de estos pacientes intentan suicidarse y un diez a quince por ciento mueren por esta causa. Además, dentro de las anormalidades de las tendencias de defensa y posesión del cuerpo y las cosas, se describe la indiferencia a los rigores de la intemperie y a las agresiones de toda clase, la propensión a lesionar el propio cuerpo y el impulso de auto mutilación según describe el eminente psiquiatra Honorio Delgado.
Con esta explicación me respondía las dos primeras preguntas pero quedaba por responder la tercera, ¿Cómo pudo soportar tremenda destrucción de tejidos y mantenerse estable por muchas horas? Cuando muchas veces hemos visto que los pacientes fallecen por menores daños. Esa es la respuesta que quedará sin responder pues no tenemos mayores elementos de juicio para acercarnos a una explicación que satisfaga nuestra curiosidad científica. Finalmente, cuanto esfuerzo por salvar una vida, cuanta inversión del estado en esa tarea y cuanto sacrificio del personal de salud en tratar de ayudar a ese paciente, para que los familiares más cercanos, su esposa y su madre lo retiren del Hospital al segundo día y lo lleven a morir en su lugar de origen.

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