La iglesia católica considera que para que un ser humano haya llegado a cometido el error del pecado debe estar frente a tres condiciones que en la mayoría de las veces esta y existe, la primera es tener total conciencia del pecado, la segunda es tener la voluntad de pecar y la tercera es la decisión final en el acto del pecado; hablo del pecado como falla en la conducta humana y que al aplicar el error en la práctica médica, muy manipulada por la prensa popular, los periódicos y todo medio de prensa auditiva o visual creen que todo acto médico que deje de ser totalmente bueno es catalogado como negligente, sin embargo sabemos por los expertos que ellos también han clasificado a los "errores" médicos según sus características de hecho que va desde la falta experiencia o "impericia" hasta la severa negligencia que colinda con el delito y merece todo el peso de la ley.
Yo jamás voy a aceptar que en una profesión tan noble como la medicina exista mala intención en un servicio o atención médica, habrá inexperiencia y mucha, pero intención de daño no lo creo; por ello esta anécdota quiere resaltar hechos no mal intencionados sino de malos resultados que pueden en la vida de los enfermos dar cuadros abigarrantes que hacen confundir el mejor experto médico que quisiera llegar a un diagnóstico certero.
Eran los años en que ampliaba mis conocimientos y capacitación como médico realizando mi residencia de medicina interna en un hospital de muy alto nivel en la capital, se había hospitalizado una paciente mujer relativamente joven que provenía de la calientes tierras del norte del país, era de talla baja, de crespo peinar, tés morena, de alegre carácter a pesar de la enfermedad que padecía, habían pasado más de un año de las molestias por la estaba siendo tratada en su tierra sin éxito por lo que decidió ir a un buen hospital de la gran capital.
Cuando se hospitalizo, como en todos los casos se le hizo su historia clínica completa, y entre los antecedentes figuraba que aproximadamente hacia un año se había operado de vesícula allá en el hospital de su tierra natal y que al poco tiempo de aquella operación empezaron sus problemas que eran ya largos meses al pasar más de un año de los mismos y que no se resolvían a pesar de los múltiples análisis y exámenes realizados durante los más de doce meses de enfermedad.
Los miembros del equipo médico Iniciamos la investigación del caso siempre pensando en que sería una enfermedad crónica consuntiva de larga data y en ella siempre pensando en el Perú profundo como la tuberculosis sistémica, linfoma, parasitosis cola genopatías, neoplasias, etc.
Ya habían pasado una semana y no teníamos resultados positivos a ninguna de las enfermedades planteados en el diagnóstico, solo algunas pruebas funcionales alteradas como anemia crónica, hipoproteinemia moderada que explicaba los edemas o hinchazones, pérdida de peso, disfunción digestiva, y disfunción muy leve de riñón e hígado, así se decidió entrar en mundo de las enfermedades raras, crónicas discapacitantes cuando ocurrió el milagro.
Eran aproximadamente las diez de noche, y la paciente presento una sensación imperiosa de ir a defecar, pero no era normal, no en ese momento, era muy raro, la sensación se acompañaba de un dolor no comprendido y difícil de explicar, en fin la paciente pensó finalmente que era su propio mal el que parecía cambiaba su forma natural de defecar; el hospital a pesar de su nivel de resolución es antiguo y no tiene las comodidades de los modernos y el defecatorio era colectivo pero a esa hora la paciente se encontraba en el completamente sola.
Ella describió después su suplicio, estando sentada presento un dolor tan intenso que no pudo describir fácilmente, los médicos antiguos lo describirían como "dolor exquisito" aquel fue tan intenso que le produjo un grito tan desgarrador que retumbó en toda la sala donde descansaban en ese momento los cerca de treinta pacientes más y acompañado de un sudor frío y una sensación de muerte inminente, pasaron los minutos y poco a poco se restableció no sin antes haber evacuado en el preciso momento del dolor una cantidad significativa de excremento que bien hubiese cubierto toda la taza, se sentía algo mejor, espero un rato y por el mal olor y el volumen quiso salir lo más pronto posible aplastando la palanca del inodoro e ir rápidamente a su cama. Pero al intentar correr el agua algo le llamó la atención en superficie, flotaba de una manera especial, tenía un color negruzco y definitivamente no era excremento, ¿que será eso? ¿parece que yo lo elimine se decía, ¿lo habré eliminado yo, pensó? y su curiosidad de mujer lo llevo a conseguir una escoba y con el pequeño palo y sin miedo lo saco y lo puso en el lavadero para luego lavarlo durante largo rato en repetidas veces y cada vez se sorprendía más de lo que tenía en sus manos y no lo podía creer, cuando creyó conveniente que había terminado de lavar aquel objeto eliminado durante su defecación lo extendió en el piso y lo observo durante largo rato, y llego a una conclusión, era una Gasa de más o menos treintena centímetros de lado que por encontrarse en buenas condiciones pudo lavarse adecuadamente sin deteriorase, lo guardo secándolo hasta la mañana siguiente para que lo mostrase a sus médicos del momento.
Al iniciar el día siguiente todos en el servicio como en los servicios aledaños comentaron el hecho y por lo tanto era muy necesario una reunión clínica de urgencia frente a tan inesperado acontecimiento, los médicos deberíamos tener una opinión y posición al respecto, y así fue que dado los acontecimientos se consideró necesario la opinión de los cirujanos pues con el antecedente de una cirugía abdominal hace un año, siendo el mismo tiempo en que se iniciaron sus molestias, se hacía importante deducir que la gasa se habían olvidado en aquella cirugía. Por lo tanto la opinión del cirujano era importante pues era el que opinaría que hacer ante una gasa que quedo en cavidad abdominal y que salió por cavidad digestiva. Así fue que se ínterconsulto al servicio de cirugía pero sucedió algo inesperado, la paciente bruscamente pidió su alta voluntaria, pues ella aparentemente se sentía bien y ya no quería seguir gastando más y al parecer ya se había solucionado sus problemas. Nosotros respetuosos de la decisión de la paciente realizamos los documentos de alta y la paciente se despidió.
Al momento de salir del servicio se dirigió hacia nosotros y dijo: ustedes que me aconsejan: ¿Enjuicio o no lo enjuicio al médico que me opero hace un año?