21 de abril de 2012

TIEMPO DE VIDA


DIOS NOS DA EL TIEMPO DE VIDA QUE “EL” DECIDE
El tema de presente anécdota es muy común, repetitivo en todas las familias pero muy,  muy aleccionador y sin que a veces lo tomemos en cuenta ya que con frecuencia olvidamos que estamos en manos de Dios quien quizá decida que en algún momento nosotros seamos los protagonistas de la historia, esta anécdota cuenta un hecho real del que todos debemos aprender.
Hace algún tiempo vivía en un pueblo cerca a la “Capital de la Primavera” un tío que ya había cumplido hacía algunos meses los cien años, en la distancia los pocos familiares que lo recordaron le enviaron los respectivos saludos con los muy pocos familiares que lo visitaron al día de su onomástico, su salud como era de esperar estaba muy deteriorada, sufría de todos los males de la edad sobre todo su corazón viejo y enfermo todavía latía al compas de su lentitud producto del deterioro físico y el avance de los años produciendo en su cuerpo el clásico encogimiento del cuerpo por el paso del tiempo, sin embargo como todos los de su edad a veces mantenía cierta lucidez y se conectaba con la familia especialmente con su único hijo quien era el que lo acompañó hasta el último día de su vida casi cuatro años después.
Los primos que conocíamos el hecho conversamos y acordamos hacer algo por el longevo tío, así que organizamos un “agasajo por los cien años del tío” y decidimos viaje hacia el pequeño pueblo de distintos destinos, llegamos de Cajamarca, Lima y por supuestos estuvieron algunos familiares la misma ciudad de Trujillo dentro de ellos su único hijo de sangre y un hijo político unos veinticinco años menos, avisamos a quien pudiese ir y en la reunión casi llegamos a veinte persona; con la colaboración de varios familiares que no pudieron ir le llevamos al tío algunas cosas, víveres, ropa y sobre todo un inmenso cariño para que pase un día inolvidable.
Resalto el hecho que la situación económica del tío no era buena, ni siquiera regular, vivía del aporte de su hijo y del apoyo del barrio, como era de esperar en situación de pobreza, las carencias existen y eran fuertes, su pequeña vivienda de madera no tenía los servicios básicos y estaba casi abandonado, lo digo con el respeto de su hijo que era muy consciente de la situación en que se encontraban. Unos meses después se le pudo arreglar parte de su techo con apoyo de la familia, pero esa es otra historia. Volvamos al agasajo el que se inició cuando llegamos, algunos de los miembros femeninos se encargaron de asearlo, vestirlo y prepararlo para el gran almuerzo. Como esperábamos ese día estuvo bastante lúcido, reconoció a toda la familia, mando saludos a través de un video y posaba para todas la fotos, estaba feliz y esta felicidad se vio plasmada en toda su extensión cuando llegando el almuerzo comió con tanto gusto todo lo que se le sirvió y hasta se tomó sus vasos cerveza, el local era público pero nos habían separado un espacio reservado sólo para la familia en mesas especiales para la ocación y la pasamos muy bien.
En su momento se tomaron la palabra los miembros de la comisión encargada del agasajo, luego los primos del celebrado tío y finalmente los hijos y familiares, mientras se servía el almuerzo, aunque no hubo baile, se escucho con mucha alegría las piezas musicales que ejecutaba una orquesta contratada para la ocasión y que el local había contratado especial para la fecha, fue todo un acontecimiento.   
El hecho anecdótico sucedió durante la preparación a la fiesta, caminábamos a lo largo de la vereda de la pequeña plaza del pueblo  y yo veía que todos estaban colaborando para que todo salga bien, pero vi una especial preocupación en su hijo político quien mientras caminaba a nuestro lado no dejaba de mostrar cierta incomodidad por el agasajo, hasta que no pudo aguantar lo que nos quería decir y lo soltó: “sería bueno que en vez de este agasajo, se guardara ese dinero para su entierro, yo tengo algo guardado para él y quizás con lo que ustedes tienen no tengamos problemas el día de su muerte”
Personalmente me incomodó un poco pero seguíamos adelante, y la respuesta fue: “El día que suceda ya veríamos con su hijo lo que pudiéramos hacer” luego el incidente paso. Este hijo político de veinticinco años menor que el tío, quizás pensó que él tenía mejor probabilidad de vida que el longevo tío de más de cien años y que como parecía que faltaba poco para que deje este mundo hizo este comentario, las patética historia se desarrollo antes de los dos años cuando por una rápida y mortal enfermedad murió el hijo político y el centenario tío duró casi cerca de ciento cuatro años.

11 de abril de 2012

ANÉCDOTA: ES MEJOR UNO DE VEINTE QUE NADA Y MEJOR SI LO TIENE CERCA


ANÉCDOTA: ES MEJOR UNO DE VEINTE QUE NADA Y MEJOR SI LO TIENE CERCA
Las instituciones públicas donde se suelen dar servicios a todo tipo de personas son aquellos lugares donde podemos ver muy de cerca el comportamiento del hombre de manera desnuda y en toda su extensión, y como yo trabajé muchos años en una me acerque mucho a palpar casi de la mano la extraña ”forma de Ser” que a veces toman los seres humanos, por ello, es que en este momento tan especial de mi vida no dejo de reflexionar sobre las variabilidades de la conducta humana.
Se iniciaba una semana de trabajo, era lunes y como siempre llegue temprano al servicio de hospitalización de medicina saludando al personal que me daba el encuentro, el servicio estaba algo solitario y en el pasadizo de hospitalización no encontré gente; el pequeño ambiente de cuidados intermedios estaba casi en la mitad de todo el pabellón que contaba con ambientes para dos, tres o seis camas. Esperaba que el personal de enfermería saliera a mi encuentro pero no sucedió así que tuve que hacer un saludo casi gritando y fue por ello que salió del estar de enfermeras la que en ese momento cumplía la labor de Jefe de Enfermería en medicina, quien a pesar de ser una persona que había pasado la media vida, era jovial e inocente; sin embargo al salir de su ambiente la note que estaba sudorosa, se paseaba delante de mi sin decir nada varias veces, y en todo momento miraba a la pequeña sala de cuidados intermedios donde habían dos pacientes delicados en tratamiento; una era una enfermera de nuestra propia institución y la otra paciente era una señora de aproximadamente cuarenta y cinco años y que se la había hospitalizado porque sufría de isquemia miocardica.
Repentinamente sale del ambiente de cuidados intermedios un joven de más de viente años, arreglándose la ropa que tenía puesta como si recién se hubiera cambiado, cierra la puerta y se dirigió rápidamente hacia la salida posterior desapareciendo raudamente, tan rápido que no me dio tiempo de asumir su rostro, al notar que el referido personaje salió, la enfermera que estaba conmigo poco a poco se fue tranquilizando, sin embargo mantuvo su silencio hasta estar segura de no crear algún escándalo mayor en el servicio.
La aparición de este personaje a las siete y media de la mañana, saliendo de una cama hospitalaria donde estaban hospitalizadas dos pacientes mujeres me llamó la atención, así que pregunté a la enfermera jefe que estaba pasando, y ella con su ingenuidad patológica y su miedo me empezó a contar lo sucedido:
Doctor, me dijo, llegué a las siete al servicio y empecé a ser mi ronda, los cuartos estaban todos cerrados incluyendo el de cuidados intermedios, deje indicaciones a los ambientes hasta donde he avanzado, pero cuando entré en cuidados intermedios me encontré que en la primera cama donde estaba la paciente cardiaca estaba la mencionada paciente acostada con ese muchacho y “haciendo el amor”, como comprenderá yo no sabía qué hacer y no hice nada, solo les cerré la puerta y hasta que usted llegó no se que mas habrá pasado adentro; mi indignación me redujo a la mínima acción, le increpé porque había permitido eso y con inocencia de mujer post madura que no supo reaccionar a lo sucedido, así que optó por lo más fácil, dejar que todo siga su placentero curso.
Ingresé al ambiente de intermedios, conocí a la paciente quien con pasmosa tranquilidad actuaba normalmente y aparentaba que no había pasado u hecho nada y pregunté a la enfermera acompañante si había escuchado ruidos o escándalo en la habitación y solo comentó que como había una cortina que separaba ambas camas no vio al visitante y los ruidos que salieron del catre de metal le pareció normal pues pensó que la paciente se estaba levantando y/o aseándose para levantarse ya que era el inicio del día.
Volví a increparte a la enfermera jefe su conducta permisiva del encuentro amoroso de la paciente con este joven que tenía menos de la mitas de su edad, y la enfermera comentó: Ese no es el problema mayor, grave o completo doctor, me dijo, ese muchacho con quien se acuesta la paciente en el servicio de hospitalización no es su marido, ella es viuda, con quien se acuesta aquí en hospitalización es su yerno, el marido de su hija.
Esa mañana la paciente pidió su alta voluntaria y desapareció.