24 de agosto de 2011

EL MAL HIJO

EL MAL HIJO

Mis primeros años de vida escolar lo realicé en la escuela fiscal número 1,051 de la calle Pisagua número 560 siendo directora la señorita Delia, allí estudié transición A, transición B, primer y segundo año de primaria, no había mas así que tuve que pasar a la escuela de aplicación de la normal de varones de Cajamarca para hacer el tercer año y donde terminé los estudios primarios, tenía once años cuando pasé a cursar el primer año de secundaria en la gran Unidad Escolar San Ramón de Cajamarca, la política educativa de ese entonces quiso experimentar una educación selectiva y a mi entender bastante discriminatoria para el alumnado ya que ubicaron a los alumnos de acuerdo a las calificaciones que habíamos obtenido en la primaria así los de mas alta calificación estuvieron en el salón “A” y los de calificaciones bajas en el último salón designado con la letra “F” experimento que duro el primer y segundo año; al tercero nos ubicaron por orden de talla y lamentablemente pasé del primero al último salón de clases.

Dentro de la gran cantidad de compañeros que tuve, la mayoría provenía de los distritos y provincias del Departamento; y uno de ellos provenía de estudiar en la escuela 91 que en ese entonces tenía muy buen prestigio en Cajamarca por la calidad de sus profesores y la buena enseñanza que impartía. Este compañero nació en el asiento minero de Paredones muy cerca de la ciudad de Chilete que junto a sus hermanos viajaron a la ciudad para educarse. Compartimos los años de estudios hasta el tercer año y por motivos ajenos a su voluntad tuvo que terminar su secundaria en el Colegio Rázuri de Pacasmayo, a pesar de ello siempre se consideró “San Ramonino”.

El espíritu de superación lo llevó a viajar a la ciudad de Lima en donde transcurrió el primer año de su llegada trabajando para solventar sus gastos con miras a ingresar a la universidad al año siguiente y fue así que después de doce meses logró su objetivo de entrar a la Universidad Mayor de San Marcos al programa de “Estudios Generales” con miras a estudiar una carrera de ingeniería. Pasaron dos años cuando se le presentó la oportunidad de viajar a la desaparecida República de Checoslovaquia al haberse ganado una beca, era el año de 1971 cuando abandonó el país para estudiar ingeniería mecánica agrícola debiendo el primer año estudiar el idioma para luego entrar de lleno a desarrollar su carrera; pero sucedió un imprevisto muy desagradable; el año 1976 sufre un accidente de tránsito donde salva la vida de milagro sufriendo mucho daño en el cráneo, desfigurándose la cara y perdiendo la visión de un ojo; hecho que lo hizo perder dos años de estudios de su carrera hasta que el año 1978 terminó satisfactoriamente sus estudios y regresó a trabajar a su país el Perú.

Pasaron muchos años y transcurría el año 1993, pasaba el primer semestre y se acercaba el 30 de agosto día de la celebración de la fundación del glorioso Colegio San Ramón, nosotros que terminamos la secundaria el año 1968 cumplíamos 25 años de egresados, eran nuestras Bodas de Plata de nuestra promoción Manuel Gonzáles Prada, nos reunimos un numeroso grupo de ex compañeros durante los cinco días que duró la celebración. Así en el almuerzo de confraternidad cada uno de nosotros contaba la historia de su vida, lo que había hecho en el transcurso de esos 25 años, escuchamos historias muy variadas algunas de significativo éxito y otras no tanto, pero a todos los asistentes llamaba la atención el rostro cambiado por las cicatrices de nuestro amigo que viajó a Checoslovaquia. Haciendo una concesión especial le pidieron que cuente como fue que sufrió la desgracia porque verdaderamente era muy notorio el daño que había sufrido en la cara ya que al perder la vista de un ojo y las cicatrices que marcan su rostro le dan un sembalnte bastante particular y que para algunos les parecía que tenía fea mirada. Contó con lujo de detalles como sucedió el desgraciado accidente y todos en la reunión nos pusimos un poco melancólicos y guardamos discreto silencio hasta que repentinamente con una voz fría y en tono de llamada de atención, un compañero le dijo al accidentado:

Así que tú eres un mal hijo, un mal agradecido.

El accidentado amigo le dirigió su incomoda mirada y muy enojado por semejante aseveración, en tono de reclamo le dijo:

Porque dices semejante barbaridad.

A lo que el compañero le contestó:

Porque tu madre te ha parido, te ha criado, te ha educado, te ha hecho profesional y hasta te ayudó a estudiar en el extranjero, y al regresar a su lado

LA MIRAS MAL.

22 de agosto de 2011

UNA LECCION DE ECONOMIA

UNA LECCION DE ECONOMIA

A fines del año 1983 después de laborar cuatro años en el control y tratamiento de los enfermos de lepra del departamento de Apurimac, renuncié a trabajar en el Centro Médico S.T. de la ciudad de Abancay, ONG que dependía de la diócesis de esa región, considerados por los observadores como el ala conservadora de la iglesia católica; yo regresé a Lima donde estuve los primeros meses del año 1984, buscando trabajo y viendo que podía hacer en ese momento por mi futuro incierto, recuerdo que postulé a la residencia de dermatología de la Universidad Nacional de San Marcos pero no ingresé, luego pedí permiso al Dr. Chessman jefe del servicio de la sala “Julián Arce” del hospital Dos de Mayo para pasar visita con él y sus médicos asistentes y me aceptó muy gustoso; así estuve por unos meses aprendiendo del maestro y conociendo las novedades que se estaban incorporando a los planes diagnósticos de la medicina moderna, fue allí donde escuche por primera vez pedir una ecografía para descartar una litiasis vesicular y otras novedades mas; pasaron varios meses hasta que recibí una llamada de un amigo para trabajar en selva central, específicamente en Chanchamayo en una ONG ligada al grupo progresista de la Iglesia católica, que se dedicaba a capacitar a los pobladores de las comunidades nativas ashanincas asentadas a las orillas del río Chanchamayo desde la Merced hasta Satipo, especialmente líderes comunales en cuatro áreas específicas, a saber: promotores de salud, promotores agrícolas, promotoras del desarrollo de la mujer y dirigentes o líderes comunales.

El equipo de trabajo lo integrábamos médicos, ingenieros agrónomos, asistentas sociales, sociólogos y antropólogos además de un pequeño grupo de personal administrativo y de servicios dirigidos por el más capacitados de todos en asuntos sociales; el grupo llegó a tener alrededor de catorce personas en convivencia ya que todos vivíamos en una residencia construida en la parte mas alta de la ciudad de la Merced, totalmente de madera al estilo de las residencias de campo de la selva amazónica.

En cierta oportunidad se incorporó al equipo un economista al que le llamaremos Pedro Cordero, quien fue asignado al área de capacitación de dirigentes pues el proyecto quería que los líderes de las comunidades nativas donde estábamos trabajando pudieran desarrollar pequeños proyectos de inversión que les permita obtener ingresos para la comunidad y así poder solventar algunos gastos en solucionar necesidades básicas como instalación de agua potable, letrinización o mejora de sus viviendas.

Pedro Cordero, como buen economista enriqueció con idean nuevas el trabajo de capacitación de dirigentes, y como buen profesional planteo múltiples proyectos de inversión para las comunidades nativas, pero se encontró con un serio problema, el como hacer entender a los pobladores sobre la implementación de un proyecto de inversión que los beneficie, pues la mayoría era analfabeta, muy pocos sabían leer y algunos ni siquiera hablaban castellano pues todos se comunicaban por su lengua nativa, el ashaninca, y esto limitaría el proceso de capacitación de la población.

Pero Pedro no se dio por vencido, dedicó mucho tiempo en cada comunidad y se hizo amigo de todos los dirigentes, quería que todos entendieran el beneficio que podrían tener si cada comunidad tuviera una pequeña empresa que les pueda dar recursos económicos para su comunidad. Después de trabajar unos meses, capacitando a los líderes y dirigentes, en conocimientos básicos de economía; el equipo tenía que concretizar la capacitación con la implementación de un proyecto de inversión en cada comunidad, hasta que llegó el momento de la verdad, deberíamos tener la aceptación de todos los pobladores de cada lugar para la implementación de un proyecto de inversión, y así demostrar que los meses que se habían utilizado para capacitarlos no había sido en vano, para ello teníamos que asistir a las asambleas a explicarles a todos los comuneros sobre como se debía de implementar el proyecto de inversión local según las fortalezas y habilidades de cada uno y las riquezas naturales que la comunidad tenía pues había comunidades que tenían tierras favorables para invertir en un sembrío de café o cacao, otras en la explotación de madera o la industria de muebles, etc. etc.

Pedro cordero estaba convencido que su trabajo había calado hondo en cada poblador y confiaba en su habilidad, su gran facilidad de palabra y su poder de convencimiento; ya en la asamblea plenaria donde asistieron todos los miembros de la comunidad, se inició la charla final de la capacitación sobre los conceptos de la economía básica, se habló repetidamente sobre costos de producción, rentabilidad, ganancia, inversión y muchos otros conceptos que su charla demoró mas de dos horas y mientras mas hablaba, mas estaba convencido que la comunidad había entendido lo bueno que significaba la realización de un proyecto de inversión en la comunidad; como toda la gente de la ONG había asistido para obtener el consentimiento de todos para la implementación del proyecto de inversión, quiso demostrar que todos y cada uno de ellos habían comprendido y aprendido los conceptos que el había expuesto, por lo que decidió demostrarlo con un ejemplo final, y dijo:

Señores comuneros, quiero ponerles un ejemplo de los beneficios de una buena inversión, para eso utilizaré a mi persona; yo Pedro cordero compro un terreno, y de inmediato preguntó, ¿De quien es el terreno? Todos contestaron de Pedro cordero; muy bien, dijo y continuó, yo pedro cordero decido sembrar café, y volvió a preguntar, ¿De quien es el café? Y todos respondieron de Pedro cordero; muy bien muy bien volvió a repetir; y continuó diciendo, Yo Pedro cordero preparo el terreno, calculo mis gastos para la semilla y espero el tiempo de crecimiento de las plantas hasta la cosecha, luego preparo el producto y finalmente lo vendo, así tengo una significativa ganancia, y volvió a preguntar con mas vehemencia, ¿De quien es la ganancia? Y toda la comunidad respondió en coro: De pedro cordero. Que bueno dijo, me han entendido bien, y prosiguió.

Ahora, ustedes señores pobladores de esta comunidad que tienen sus tierras que hasta ahora no están utilizadas, se ponen de acuerdo con sus dirigentes y preparan el terreno, calculan el gasto para la semilla, esperan que crezcan las plantas, luego cosechan y preparan el producto para finalmente venderlo y así obtienen una significativa ganancia; y les preguntó casi eufórico a todos:

¿Para quien es la ganancia?esperando la respuesta correcta.

Y toda la comunidad responde en coro nuevamente.

PARA PEDRO CORDERO.

“Pedro Cordero” sufrió la frustracion de su vida y al poco tiempo renunció a la ONG y viajó a los Estados Unidos.

17 de agosto de 2011

UN MEDICO DE GRAN APETITO

UN MEDICO DE GRAN APETITO

Trabajo en un hospital y comparto mi labor con varios médicos con distintos tipos de personalidad, de lo que hablaré en otra oportunidad, pero esta vez se trata de un compañero de trabajo de carácter muy bonachón, sobrio y de buen criterio al opinar, de hablar pausado, muy ético en su actuar y con una recta formación digna de un buen profesional. Su vida personal era muy discreta y no le gusta asumir cargos en la institución.

Cuando llegó a trabajar aún estaba soltero, vivía solo muy cerca de la institución y como es obvio tenía que diariamente buscar donde tenía que ingerir sus alimentos por lo que muchas veces se lo veía en el comedor del hospital, con el tiempo se casó pero su vida parecía no haber cambiado y eso llamó la atención y de alguna manera preocupó a sus compañeros mas cercanos a él en el trabajo, después de algunos meses de casado un colega muy amigo de él le preguntó, ¿como el matrimonio había cambiado su vida?, y él respondió: “Bueno, hoy tengo quien me cocine”.

Así es él, y como muchos de nosotros, de muy buen gusto para la comida, su significativa talla le daba una esbelta figura en aquellos primeros años en que ingresó a la institución trabajaba con nosotros; y que con el pasar del tiempo, fue poco a poco cambiando su aspecto para ser hoy mas corpulento, por el aumento significativo de su volumen corporal, especialmente del diámetro de su cintura por el progresivo incremento de peso y hoy pintando canas va lentamente pronunciándose mas y mas “la curva de la felicidad”, su abdomen.

De las conversaciones que se desarrollaban en los ratos de ocio, mientras se miraba un programa de televisión o se tomaba un café salió la historia que el mencionado médico comía muy bien y a gran volumen tanto que hasta decían que cuando iba a una pollería pedía para él un pollo a la braza entero con papas fritas, ensalada y todo; dicho rumor se diseminó por todo el hospital y fue tema de conversación para la mayoría de trabajadores que admirados por el gran apetito que tenía este colega no podían creer que eso podía ser cierto.

La historia fue relatándose muchas veces en múltiples oportunidades, sobre todo a los que por primera vez se acercaban al hospital, y era para todos motivo de admiración e incredulidad; fue así que en cierta oportunidad en que un grupo nuevo de internos de medicina estaban conversando con este médico protagonista de tan admirable proeza fagocitaria, y se pusieron a murmurar entre ellos, quien le pregunta sobre el mencionado hecho para confirmar o desmentir el rumor que todos comentaban; fue así que uno de ellos tomó la iniciativa y le pregunto:

Doctor, es cierto que usted solo se como un pollo a la braza.

A lo que el contestó:

SOLO NO, TIENE QUE SER CON PAPAS.

15 de agosto de 2011

UN HOMENAJE AL ABUELO

UN HOMENAJE AL ABUELO

“La Florida”, un pequeño lugar paradisíaco junto al río san Lucas al final de una de las calles más importantes de Cajamarca, fue el hogar de quien al alguna época del siglo pasado mantuvo este hermoso lugar como un pequeño paraíso, lleno de jardines de donde se extraían una diversidad de flores que servían para satisfacer las necesidades de algunas familias cajamarquinas que visitaba el lugar para solicitar algún adorno floral para homenajear a una quinceañera, adornar la iglesia para un matrimonio o un presente floral para algún difunto; el lugar no era muy grande pero permitía que junto a las flores hubieran plantas de frutales como manzanos, peras, perillas, higos, capulís, poro poros, naranjas y hasta uvas así como árboles no frutales como eucaliptos, cipreses y sauces, aparte que una vez al año se sembraba maíz, frijoles y papas según la estación, y en alguna época tuvieron varios cajones de panales de abeja. Hoy la huerta es sólo historia, ya de ello sólo queda el recuerdo, un inmenso terreno baldío lleno gras y kikuyu y un tronco muy alto de ciprés que ubicado solitario en el centro de lo que fue alguna vez ese hermoso huerto de “La Florida”.

Allí vivieron mis abuelos, y desde que yo tengo uso de razón ambos se dedicaban a mantener la huerta en muy buenas condiciones, mas por la dedicación de mi abuela quien a pesar de sufrir de hipertensión arterial y artrosis deformante siempre la encontrábamos con su pico y su pala en el jardín hasta los últimos días de su vida. El abuelo en cambio siempre estaba leyendo sus periódicos que los conseguía por “arrobas”, y en ocasiones, y con mucha frecuencia se dedicaba a rendirle homenaje al dios baco que lo hacía una sola vez al año, iniciaba en enero y terminaba en diciembre; a pesar de ello nunca dejo de comer bien, siempre se las ingeniaba para darse un espacio y tomar sus sagrados alimentos puntualmente, por lo que tuvo una vida casi centenaria.

Los ancianos como él tienen en sus últimos años cambios significativos en sus sistemas mas importantes, y el mas llamativo es el que sufre el sistema nervioso, generalmente tiene memoria retrograda que quiere decir que suelen olvidar las cosas inmediatas pero recuerdan las cosas pasadas de su niñez, juventud o adultez, y a mi abuelo le pasaba con frecuencia estos episodios neurosiquiatricos, recuerdo que alguna vez en una crisis se acercó a mi casa a cobrar, de manera muy agresiva, unos “alquileres de casa” que los había realizado hacía muchos años atrás cuando él era dueño de la propiedad, y estas crisis también cursaban con episodios de gran depresión, así fue que en cierta oportunidad mi padre le pudo arrebatar de las manos una pequeña bolsa de una sustancia blanca que había comprado en la farmacia y que resulto ser “estricnina”, y lo había comprado, porque había decidido acabar con su vida.

El era muy solitario cuando estaba sobrio y paseaba frecuentemente por toda la casa, después de devorarse con la lectura cientos de periódicos, casi todos pasados de fecha, paseaba de arriba hacia abajo recorriendo los cerca de cien metros que tiene el largo camino de ingreso a la famosa huerta “La Florida” desde la calle hasta el final de la casa, haciendo siempre un alto en medio recorrido para sentarse en una piedra muy grande apostada en el camino y que servía de banca, la que en alguna época fue usada como batan para moler granos o otros implementos culinarios.

En cierta oportunidad el abuelo estaba en el camino, meditabundo, pensativo y muy deprimido, como lo había dicho muchas veces, él ya no quería seguir viviendo, decía que la vejez era muy triste y que Dios a él lo había olvidado porque ya era tiempo de que lo recoga y no lo hacía; palabras que muchos de nosotros sus nietos lo escuchábamos cuando conversábamos con él, pero casi siempre era para nosotros una frase jocosa mas, de un viejo simpático que a veces llevaba las cosas a la broma.

En cierta oportunidad se encontró con mi hermano menor, quien a pesar de ser todavía muy joven estaba algo delgado y ya mostraba algunas canas en descuidada cabellera, saludó al abuelo a quien le dio el encuentro en medio del camino cuando estaba realizando una de sus frecuentes caminatas diarias por el largo sendero de ingreso a la casa-huerta; se pusieron a conversar y como siempre el tema repetitivo del anciano dominó la conversación manifestando su aburrimiento por seguir viviendo, su gran deseo de morir y el relato triste de sufrir continuamente por ser viejo y casi siempre olvidado; mi hermano por tratar de animarlo le decía que no se sienta triste, que piense en la familia y en las cosas buenas de la vida. Pero él insistió en describir su triste situación y le dijo, “tú no sabes lo que es estar viejo, solo y olvidado”, siguió diciendo “cuando llegues a tener mi edad, y te repito, cuando llegues a mi edad y seas viejo como yo lo entenderás”.

Luego lo miró fijamente desde la cabeza a los pies y pensando un momento, le dijo:

¡SI LLEGARAS!

11 de agosto de 2011

CUIDADO CON LO QUE DICES ( Las frases en doble sentido)

CUIDADO CON LO QUE DICES ( Las frases en doble sentido)

El español es un idioma que el Perú lo ha oficializado como nacional desde que un grupo de analfabetos llegaron a saquear nuestro país hace muchos años, sin embargo a veces le decimos idioma español y a veces idioma castellano porque como todos sabemos nació en Castilla un hermoso lugar al centro de España.

Dicen que en los países que han adoptado el español como su idioma, el que mejor lo habla es Colombia y creo que el Perú está en segundo o tercer lugar; nuestro idioma ha cambiado mucho en su escritura y su semántica desde el siglo XVI en que lo adoptamos después de que fuimos conquistados por los españoles extendiéndose por todos los países en América latina; su riqueza hace del español un idioma a veces fácil y a veces difícil de hablar, porque en nuestro idioma las cosas o los conceptos se pueden definir con solo una palabra que lo describe muy bien, pero a veces las cosas o los conceptos se describen con palabras polisémicas, o sea que tienen varios significados.

La palabra polisémica viene del griego “polys” que significa numeroso y mucho, y “sema” que significa signo o significado.

Así como hay palabras con varios significados también hay expresiones o frases con varios significados a las que les llamamos frases con doble sentido o doble significado; a esto en el idioma castellano o español se llama anfibología que viene del griego “amphibolía” que significa ambigüedad, que no viene a ser sino una figura retórica, muy utilizada por escritores y comediantes y que consiste en utilizar palabras polisémicas para conseguir expresiones de sentido ambiguo o de doble sentido.

La anécdota que voy a describir se trata de un hecho de la vida diaria que refleja la anfibología, y le sucedió hace varios años a una prima mía de carácter muy particular por su ingenua espontaneidad al hablar casi siempre sin percatarse de lo está diciendo sobre todo cuando le habla a un miembro de su familia.

Hace muchos años, en cierta oportunidad su esposo, un hombre muy noble y de carácter muy pasivo, había comprado un automóvil datsum amarillo en muy buen estado que le sirvió a la familia por mucho tiempo hasta que lo vendió. Ellos viven en una casa como son la mayoría de viviendas de Cajamarca, de material de adobe y sin garaje de estacionamiento, así que como ya habían adquirido un automovil, para guardarlo en la noche, habían acondicionado una de las puertas de ingreso a su domicilio para que se guarde el vehículo familiar y para ello tuvieron que ampliar una puerta, por el poco espacio que tenían, por donde el automóvil ingresaba como mano a un guante o sea que ingresaba calzando exactamente por el espacio justo.

Casi siempre era sólo el esposo quien manejaba el automóvil, sus tres hijos todavía eran muy pequeños y no le podían ayudar, así que fue mi prima quien se decidió a aprender a manejar para usar el automóvil cuando él estuviera trabajando u ocupado. Como aprender a manejar requiere de habilidad y no siempre es fácil, buscó quien le enseñe y con mucha dedicación y empeño y sobre todo mucha responsabilidad y especial tranquilidad para manejar aprendió poco a poco con mucho esfuerzo; pasaron varios meses antes de que pueda coger sola el automóvil hasta que por fin lo logró; casi siempre transitaba lentamente y respetando fielmente las reglas de tránsito por lo que nunca tuvo infracciones. Con el pasar de los meses había dominado todo menos el arte de estacionar el carro al momento de querer detenerse, se le hacía muy difícil hacer los cálculos del espacio entre el carro, las veredas y los demás vehículos, así como introducirlo al garaje de estacionamiento, lo intentó muchas veces pero por el espacio tan pequeño por donde el carro debería ingresar a su casa, nunca lo pudo lograr y como guardar el carro era siempre al finalizar la jornada del día, quien lo introducía al estacionamiento era siempre su esposo.

En cierta oportunidad regresó de una reunión a su casa en su automóvil muy tarde en la noche, su esposo ya estaba descansando, y se le presentó el gran problema de ingresar al automóvil al estacionamiento en el acondicionado garaje; lo pensó bien y después de estacionar el carro frente a su casa, abrió su puerta y rápidamente subió a su dormitorio que quedaba en el segundo piso despertando a su esposo lo convenció para que se levante y guarde el carro.

El, después que se despertó la escuchó atentamente, no de muy buena gana ante el pedido de su esposa, dijo que como ya era muy de noche y no había tráfico, si quiere que guarde el carro, que ella lo vaya acomodando frente a la casa y que cuando lo considere oportuno le avise para que baje y meta el carro al garaje.

Bajó presurosa y subió al volante, miró que no haya ningún carro y muy rápido y con cuidado puso el automóvil frente al garaje, y de inmediato, desde la calle, en el silencio de la noche, le gritó a su esposo:

ESPOSO MIÓ, YA ME CUADRÉ AHORA TU METELO.

Y todas las familias de la calle, salieron por sus ventanas a ver el espectáculo.

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2 de agosto de 2011

DIOS PONE EN NUESTRAS MANOS LAS DECICIONES QUE EL SUELE TOMAR

DIOS PONE EN NUESTRAS MANOS LAS DECICIONES QUE EL SUELE TOMAR

Cuando transcurrían los primeros años de mi vida laboral en el departamento de Apurimac, compartía el trabajo con un buen amigo, muy inteligente, de carácter muy pasivo, pausado en sus intervenciones y de muy buen corazón; en un espacio que nos dio el arduo trabajo que teníamos nos pusimos a conversar sobre las historias que habíamos experimentado en nuestra formación profesional en los hospitales de la capital, y nos relató la siguiente anécdota que refleja como Dios pone en nuestras manos las decisiones que él suele tomar.

En un hospital muy grande de la ciudad de Lima que presta servicio de hospitalización mayormente a varones había un paciente de muy avanzada edad, sufría por los muchos años que llevaba encima una serie de enfermedades y complicaciones que hacían de su vida un verdadero suplicio mas que una vida digna de vivir en una persona mayor.

En ese servicio donde estaba hospitalizado este paciente, realizaba su trabajo una religiosa de mucha fe, muy fiel a sus principios y devota a brindar todo el amor que su profesión le permitía así como toda la dedicación que podía dar a cada paciente por su condición de enfermera.

El mencionado paciente llevaba muchos días hospitalizado con episodios de mejoría y agravamiento de sus enfermedades, los gastos ya habían sobrepasado el presupuesto familiar y todos los miembros de dicha familia estaban muy agotados y cansados de gastar sin tener esperanzas, no había mejoría y se sentían que su esfuerzo era casi inútil y se lamentaban de verlo sufrir diariamente.

Cierta mañana en que la religiosa se dirigía al servicio para atender a los pacientes fue interceptada por un grupo de los familiares del anciano paciente y uno de ellos tomando el liderazgo se dirigió a la religiosa y le manifestó lo que habían acordado previamente:

“Madrecita” dijo inicialmente, “Háganos un gran favor”, la religiosa de buen corazón respondió: “Con mucho gusto hijos míos, de que se trata, en que puedo ayudarlos” el familiar continuó: “Madre, no quisiéramos que se moleste” a lo que la religiosa inocente a ese momento, insistió en que no se preocupen y dijo: Díganme lo que sea que yo veré como los puedo ayudar” a lo que el familiar respondió:

“Queremos que le ponga algo a nuestro paciente para que se muera y ya deje de sufrir”

La religiosa se sorprendió intensamente y la sangre se le revolvió de rabia, pero tratando de contener su cólera, su indignación y su desgano; pero con gran vehemencia dijo a cada uno de los familiares que ella era una religiosa y que no podía hacer lo que le estaban pidiendo, y se alejó raudamente conteniendo su incomodidad por el peculiar y controvertido pedido de los familiares.

Ese día, el equipo médico del piso inició la visita diaria de los pacientes, discutiendo cada uno de los casos, dejando las indicaciones y los respectivos tratamientos a cada uno de los enfermos, los familiares de los pacientes esperaban ansiosos por los resultados de la visita esperando saber que otras cosas mas pedirían para sus enfermos, todos miraban por las ventanas del pabellón atentos a los que hacían los médicos y enfermeras del servicio; mas cuando pasaron visita por el anciano enfermo, este se había agravado y estaba convulsionando, de inmediato el médico ordenó a la jefa de enfermeras que se le ponga un diazepan como anticonvulsivante, y la jefa de enfermeras consiguió la medicina y le ordenó a la religiosa que se lo ponga, quien con mucho empeño y especial dedicación de dirigió al paciente y le colocó la ampolla. Pero sucedió algo imprevisto, mientras la religiosa le colocaba la ampolla y los familiares observaban en la distancia la administración del medicamento, el paciente falleció en brazos de la religiosa.

Los médicos que conocían el pronóstico del paciente no se hicieron mayores problemas, sólo atinaron a pedirle a la propia religiosa que avise a los familiares del deceso de su paciente. Ella caminó lentamente hacia la puerta con cierto nerviosismo por lo sucedido, agitando su hábito cubierto por su blanco mandil, pensando en que palabras usar para dar la mala noticia; y cuando abrió la puerta los familiares no lo dejaron hablar y todos lo abrazaron de felicidad, gritaron casi todos a la vez:

GRACIAS MADRECITA POR ACEPTAR NUESTRO PEDIDO.