CUANDO NUESTRA CONCIENCIA NO ESTA LIMPIA.
Era época de carnaval y Cajamarca se llenaba de visitantes, la población festejaba las fiestas agrupadas en los diferentes barrios y jugaban en las calles mojando a todos los que se cruzaban en su camino, todos celebraban las fiestas y la mayoría de familias recibían las visitas de los carnavaleros que en grupos llegaban a las casas de sus conocidos para compartir con ellos la diversión y así tomar y degustar los potajes de comida que especialmente se preparan para estas fechas y por su puesto tomar la chicha y los licores que se tenían a la mano para exaltar los ánimos carnastolendos.
Nuestra familia también participa de esta especial alegría, somos numerosos y está compuesta por un significativo número de trabajadores y profesionales que viven en los diferentes barrios de la ciudad, en mi casa mi madre se dedicó toda su vida a la costura de vestidos femeninos y mi padre es un profesor muy reconocido en la ciudad por su dedicación a revalorar nuestras costumbres y conservar la tradición popular; por este motivo en mi casa se celebra con mucho entusiasmo estas fiestas carnavaleras.
Uno de los integrantes de nuestra familia y que vivió por muchos años con nosotros fue un hermano menor de mi madre que trabajaba en la policía nacional y después de haber sido destacado casi por todo el Perú se asentó en Cajamarca con su familia y es muy conocido por todos nosotros su especial afición a la magia y prestidigitación por eso lo conocemos como “el tío Mago”
Este año de carnaval habíamos recibido la visita de varios familiares de la ciudad de Trujillo y Lima, y entre el numeroso grupo que nos visitó estaba un primo de características muy especiales por su entusiasmo, su especial interés en participar en las fiestas de carnaval y venía todos los años en esta época para divertirse y fraternizar con toda la familia; así mismo es muy colaborador y muy entusiasta en participar en todo tipo de invitaciones, así que nos podemos imaginar que en estas fiestas de carnaval él celebraba todos los días comiendo, bailando y bebiendo a su gusto terminando como es de esperar, después de muchas horas de fiestas, embriagado de alegría y de alcohol.
Una noche, este “primo”, llegó a mi casa muy intoxicado por la celebración carnavalera del día y la familia, especialmente mi madre le pidió y casi lo obligó a que descanse y lo acomodaron en un cuarto que en ese momento nadie lo estaba ocupando ubicado en el segundo piso, allí durmió toda la noche hasta el día siguiente, muy cómodo porque en ese cuarto había total silencio y cuando se cierran las ventanas se oscurece totalmente aún de día.
Amaneció después de pasar la noche y todos se pusieron a trabajar en el nuevo día y casi a media mañana llegó a la casa como visita mi tío policía a quien lo conocíamos como “el mago” impecablemente vestido con su uniforme con kepí y todo y en la alegría de la conversación se le comunicó que en el segundo piso estaba durmiendo nuestro “primo”; “voy a verlo” dijo, y subió las escaleras de madera, cruzó el pasadizo entablado del segundo piso e ingresó al cuarto donde estaba descansando el “primo”.
Mi tío policía encontró al “primo” aun durmiendo y lo llamó varias veces por su nombre para que se despierte hasta que despertó, con los efectos de la borrachera del día anterior se despertó muy asustado porque vió en la penumbra a un policía que lo estaba llamando, no sabía donde estaba; ya era las once de la mañana y la oscuridad del cuarto no permitía ver bien a las personas por la poca luz que ingresaba por las ventanas parcialmente abiertas, y el primo ya despierto aún acostado en la cama mirando hacia arriba veía al policía uniformado parado en su delante, y por su desorientación al no tomar conciencia de donde se encontraba, se levantó bruscamente de la cama y arrodillándose delante del tío policía dijo con voz temblorosa y en tono de ruego y suplica:
JEFECITO, YO NO HE HECHO NADA JEFECITO, NO SE PORQUE ME HAN TRAIDO AL CALABOZO, YO NO HE HECHO NADA JEFECITO LO JURO POR MI MADRE JEFECITO YO NO HE HECHO NADA, SOLO CELEBRABA MI CARNAVAL JEFECITO.
El tío lo dejó suplicar un buen rato y finalmente le dijo: ya cállate borracho de “M” yo soy tu tío el mago y no estas en un calabozo sino en la casa de mi hermana.