31 de diciembre de 2010
UNA CONSULTA CON EL PSIQUIATRA
28 de diciembre de 2010
UNA SECUENCIA DE ERRORES
16 de diciembre de 2010
CUANDO EL MIEDO HACE PERDER LA RAZÓN - 2DA. VERSIÓN
Era las siete y treinta de la noche y en la soledad de la residencia estaba la dueña de casa completamente sola, su esposo solía llegar como siempre casi a media noche porque después del trabajo iba a estudiar su enésima maestría de su carrera profesional pues le gustaba superarse constantemente, su madre que vive con ella, una persona muy querida por todos por su especial desprendimiento, había salido hacer unas gestiones y sus tres hijos, dos mujeres y un varón estaban finalizando sus actividades en sus respectivos centros de trabajo y ella los estaba esperando pues era la hora en que ya se debía cenar.
La casa suficientemente cómoda como para que cada uno de los integrantes de la familia tenga su habitación, se sentía algo grande cuando se quedaba una sola persona como sucedió eses día. Las hijas mujeres aún acompañaban con amor a su madre pues estaban solteras y podían hacerlo y el hijo varón que también ya era un adulto, tenía, como todos los de su genero, su propia vida independiente que no solía ser del total agrado de su madre quien mostraba con él cierto recelo y casi siempre alguna leve incomodidad por su comportamiento.
Sentada en su sillón haciendo unas manualidades sentía un poco de calor por ser verano y cierto temor por la soledad y el silencio en que ella se encontraba dentro de la mansión donde la acompañaban solamente sus dos mascotas, una hermosa gata y un perro. De manera repentina los animales empezaron a correr por toda la casa sin una justificada razón y se acentuó profundamente el silencio del ambiente y ella sintió pánico, la superficie de su cuerpo se tornó como “piel de gallina” y sus vellos corporales se erizaron cuando de repente de manera brusca escucho unos ruidos extraños que salían del cuarto de su hijo, gruesos sonidos que se hacían cada vez mas intensos y mas extraños, lo primero que se le vino a la mente en la velocidad del pensamiento fue: SON LADRONES los que habían ingresado a su casa, pero estos indeseables nunca hacen ruidos que llamen la atención, tan intensos y fuertes, entonces pensó: ¿Que serán esos ruidos que salen del cuarto de este sinvergüenza? ¿No será que este hijo mío tiene costumbres diabólicas y son “ESPIRITUS” que salen en la noche ya que no hay nadie en casa, mas que yo? Un nuevo escalofrío recorrió todo su cuerpo desde su cabeza hasta sus pies, y con este pensamiento rápidamente se levantó del sillón y con reflejos de felino agarró una Biblia y un rosario y caminando hacia el cuarto de su hijo iba mostrando la cruz con una de sus manos y con los labios de su boca iba murmurando una oración, así se fue acercando poco a poco a la puerta del cuarto de donde provenían los extraños sonidos que cada vez se hacían más fuertes, abriendo bruscamente la puerta del cuarto miró al interior y para su sorpresa no observó ni encontró nada extraño, pero como era verano las ventanas del cuarto estaban todas totalmente abiertas, y por una de las ventanas que daba a la calle miró al exterior de la urbanización y vio con pavor unas extrañas luces como “relámpagos de tormenta” que se dibujaban en la atmósfera de la ciudad en la oscuridad de la noche, los ruidos continuaban y se acentuaban mucho más, pero esta vez se escuchaban en toda la casa incluyendo la parte exterior de la vivienda; el pánico que sentía era cada vez mas intenso y cuando observó las extrañas luces que se extendían a lo largo de todo el cielo limeño pensó: ¡No son espíritus, “SON EXTRATERRESTRES” que nos están invadiendo! ¡Dios mío ayúdame!, murmuró, y salió rápidamente de su casa para pedir ayuda a los vecinos y juntos enfrentar tremenda situación. Los extraños ruidos continuaban y mantenían su fuerte intensidad y ella se sentía cada vez mas afectada por el miedo que le causaba un gran descontrol que se iban acentuando mas y mas, pero esta vez, a las sensaciones que hasta ese momento había experimentado se agregó una inexplicable percepción de mareo al caminar y que en varias oportunidades casi la hacen caer al suelo; ya en la calle observó desconcertada a mucha gente desplazándose raudamente de un lado hacia otro y como no había nadie en su casa quiso compartir con los demás su personal tragedia de dolor y miedo, se acercó con ansias a una vecina, cuyo rostro también mostraba el pánico que ella sentía, y le preguntó ¿Ahora que hacemos? Pensando silenciosamente en la invasión de los extraterrestres, y la vecina le contestó:
DEBEMOS ACTUAR COMO DEFENSA CIVIL NOS HA ENSEÑADO CUANDO HAY UN TERREMOTO.
15 de diciembre de 2010
EN RECUERDO A MIS PRIMOS QUERIDOS
Rindiendo un homenaje a mis queridos primos que ya se adelantaron en el viaje de ida sin regreso que todos haremos algún día, quiero relatar esta historia que nos hará recordar con nostalgia aquellos momentos agradables que pasamos juntos hace ya algunos años.
La prima era una persona trabajadora que vivía obviamente junto con el primo, en una casa de su propiedad muy bien arreglada y dedicando todo su tiempo al bienestar de su esposo y de sus dos hijas, sin embargo las enfermedades que nos suelen molestar periódicamente se habían acentuado en ella por lo que acudía a su terapia periódicamente para recibir su tratamiento medico, pero junto con ello le gustaba hacer uso de los recursos curativos naturales y con mucha frecuencia utilizaba la “uña de gato”, la “sangre de grado”, el “boldo” etc. etc. que los guardaba celosamente en frascos de distintos colores cuyo contenido solo lo conocía ella, estos productos los solía guardar de manera muy ordenada en uno de los anaqueles de uno de los reposteros de la cocina especialmente destinado a estos productos, de donde diariamente por las mañanas los cogía y se preparaba sus infusiones para tomarlos, mejorar su salud y sentirse bien para pasar un buen día.
El primo era una persona muy especial, servía desinteresadamente a toda la familia, estaba siempre muy pendiente de sus hijas y de su esposa a quienes nunca les faltó nada, trabajaba en un banco de la Capital y como todo buen ejecutivo mantenía una vida social muy activa ya que asistía periódicamente a las reuniones que convocaba su empresa o los compañeros de trabajo a las celebraciones que por distintos motivos había que cumplir, sin embargo estas reuniones casi siempre terminaban en la madrugada y con los efectos de los tragos ingeridos durante la noche, y como es de suponer alguna de estas reuniones los solía hacer en su bella casa.
En una oportunidad estaba finalizado una reunión que se desarrollaba en su casa, los efectos de la celebración ya hacía sus estragos por el largo tiempo que había transcurrido desde la cena, la que se había servido a la hora conveniente; era de madrugada y casi todos los invitados ya se habían retirado y sólo quedaban cuatro de los mas cercanos al primo, los que siempre son los llamados mas entusiastas porque quieren seguir tomando y tomando a pesar de la hora. El efecto del alcohol ya había hecho serios efectos en los cuatro y como el tiempo seguía de manera continua, empezaron a sentir la ausencia de la buena comida que habían servido ese día y los cuatro tenían mucha hambre; el primo, dueño de casa los invitó a la cocina a ver que había para servirse y encontraron un poco de arroz, algo de saltadito de carne y unos cuantos huevos, con esto a ver que hacemos, dijo uno de ellos, otro contestó: “con esos ingredientes podemos preparar arroz chaufa”; el primo dueño de casa aceptó entusiasmado la idea; procedieron a realizar la mezcla del arroz con el saltadito y los huevos de tal manera que así completaban las cuatro porciones que necesitaban para todos; el mas empeñoso en la preparación pidió al dueño de casa un poco de “sillao” y el primo buscó en todos los reposteros de la cocina el “Sillao” y le alcanzó al que estaba preparando el arroz chaufa, quien le puso una porción suficiente para darle el sabor mas adecuado, pero cuando lo probó pensó que aún no era suficiente y le fue agregando mas y mas según lo iba probando hasta que se el frasco de “sillao” quedó vacío, sirvieron en cuatro platos y muy contentos terminaron hasta el último arroz de su obra culinaria que les había saciado el hambre; después la noche fue terminando, se acabaron los tragos y cada una se retiró a su domicilio y el primo se fue a dormir.
Al aclarar el día, la prima se levantó como todos los días a prepararse la infusión de medicina natural que le tocaba ese día, y por mas que buscaba el remedio correspondiente no lo encontraba, buscó por todos lados hasta que encontró el recipiente vacío recién eliminado en el tacho de basura, muy indignada por lo sucedido y rabiando de cólera, grito a todos:
¿QUIEN HA UTILIZADO TODO MI “SANGRE DE GRADO”?14 de diciembre de 2010
COMO QUISIERA QUE REGRESE MI NIÑEZ, PERO SIN PULGAS
Dicen los expertos que la mejor etapa del desarrollo del hombre es la niñez, en esa etapa todos somos inocentes, confiados, espontáneos, sensibles y sobre todo muy nobles; siempre y cuando el ejemplo de los padres sea la principal guía de conducta marcando constantemente al niño los límites entre lo permisible y lo prohibido. Alguna vez todos hemos sido niños y recordamos con nostalgia nuestras aventuras con nuestros hermanos, amigos del barrio o de la escuela y sobre todo sentir la agradable sensación de confiar y de sentir la protección de nuestros padres.
Así recuerdo que mis primeros años de enseñanza primaria lo hice en una escuelita fiscal cerca de la casa donde vivíamos, nosotros éramos cinco hermanos en esa época y yo soy el segundo, y los tres mayores ya asistíamos a ese centro de estudios que sólo ofrecía enseñanza hasta segundo año de primaria, lo que en la actualidad es tercer grado; y como en ese tiempo no había nidos ni jardines el año que se le llamaba transición, previo al primer año de primaria, lo dividían en transición A y B según la edad del escolar y que corresponde en la actualidad a la etapa del nido y luego del jardín.
Cuando mi hermana mayor que ya había cumplido los cinco años tenía que ir a la escuela por primera vez, yo me iba a quedar en casa, tenía cuatro años y en agosto cumpliría los cinco, con mi consentimiento mis padres nos matricularon a ambos para que iniciáramos la escuela juntos y así fue que desde ese año hasta finalizar la secundaria mantuvimos año a año constancia en los estudios.
Transcurrieron con alegría y con éxito transición A y B, luego vino el primer año y el segundo y en este último era nuestra profesora la misma Directora del plantel que se caracterizaba por que tenía un carácter muy fuerte, era exigente y algo colérica, creo que enseñaba la directora porque escaseaban los buenos profesores; ese año ya nos acompañaba en la escuela nuestro hermano el tercero de la lista y los tres íbamos y regresábamos diariamente sin contratiempos.
Cajamarca era una ciudad pequeña, sin buenos servicios básicos y era costumbre que cada cierto tiempo algún compañero de clase se enferme de tifoidea que popularmente la llamaban “Fiebre intestinal” así como se llene de “cushpines” que no eran mas que parásitos intestinales, siendo el mas conocidos la lombriz intestinal y los oxiuros. Abundaban también los parásitos externos sobre todo las pulgas que nos obligaba diariamente a pedir urgente ayuda a la mamá para que las busque dentro de nuestra ropa cuando por el escozor que producía alguna “picadura” nos teníamos que “rascar” y aparecían en el cuerpo las molestas “ronchas”, buscar una pulga era todo un ritual que demoraba algunos minutos, mi madre nos revisaba de manera ordenada segmento por segmento de nuestro cuerpo de la cabeza a los pies hasta dar con el intruso parásito y que se había fijado en nosotros como una “sana costumbre”.
Cierto día en la escuela, a mi hermana y yo, nos tocó evaluación de curso y nos estaban tomando examen de uno de las materias mas importantes del segundo año y estábamos muy concentrados en desarrollar la prueba pues la señora Directora paseaba por el aula muy atenta al movimiento de los alumnos; todos los alumnos manteníamos casi un silencio “sepulcral” para desarrollar la prueba; cuando repentinamente por una de las ventanas del aula apareció nuestro menor hermano llorando a “moco tendido” como se popularmente, y con voz fuerte y rascándose insistentemente la “barriga” llamó a mi hermana y le dijo:
“LUCHA, LA RONCHA”
Y todo el salón se “mato de risa”
CUANDO LOS MENSAJES DE DIOS SON MENSAJES DEL DIABLO
En el transcurrir de su vida laboral, un médico experimenta hechos de todo tipo que quienes no tienen la preocupación de registrarlo, estos hechos se pierden en la historia personal de cada uno, pero quienes lo registran no solo sirve para enseñar la experiencia personal que ayuda en la formación de los estudiantes y profesionales de la salud, ya que son hechos de los cuales se basa la “Medicina basada en evidencias”; sino que sirven también para enriquecer la imaginación de quienes escriben las historias sobre las que están escritas los argumentos de ensayos y novelas y que muchos de estos hacen eco el adagio popular que dice que: “La realidad a veces supera la ficción”.
Muchos de estos hechos son tétricos, impresionantes, anecdóticos, jocosos y tristes y algunos de una profunda tristeza y que nos hace pensar y reflexionar lo desigual, variada e impresionante que es la naturaleza humana. Pasaré a relatar esta historia:
Faltaba pocos minutos para finalizar mi guardia diurna en el Hospital, era las siete y veinte de la noche, y como no había en ese momento pacientes con algún cuadro clínico de emergencia que atender caminaba por el pasadizo del servicio; de repente veo entrar por la puerta a un técnico de enfermería conocido por su trabajo en un puesto de salud de periferie en un distrito a unos treinta y cinco kilómetros de la ciudad, acompañado de una persona se sexo masculino de unos 38 años que se cogía del hombro del técnico, ingresaban a paso lento pero al paciente se le notaba una tranquilidad que me llamaba la atención mas no así al técnico que demostraba a lo lejos su preocupación; como desde la puerta de emergencia hasta el tópico de atención existe aproximadamente unos veinte metros, la lentitud con que se desplazaban permitía observar dos detalles, el mas saltante era la bolsa que el técnico de enfermería tenía en la mano opuesta a la que sujetaba al paciente y el otro era el hecho de que el paciente estaba envuelto todo su abdomen con una sábana amarillenta algo ajustada a la altura de su cintura.
Como tenía que examinar al paciente le pedí al técnico que lo acostara en la camilla y que descubriera su cuerpo mientras me describía la historia clínica que motivó su ingreso al nosocomio. Su relato fue: “El paciente provenía de las alturas del distrito de procedencia y de un tiempo a esta parte se había convertido en un asiduo lector de la Biblia, que por motivos que se desconocen estuvo tomando licor diariamente por diez días seguidos y que repentinamente presentó cambios en su conducta y en sus expresiones, pronunciando frases incoherentes relacionados a las lecturas bíblicas que realizaba y de repente, de un momento a otro, decidió encerrarse en su cuarto y exclamando que había recibido “mensajes divinos” y que uno de ellos era una orden directa de “Dios” que debía cumplir de inmediato, rompió una botella de vidrio y de un certero tajo se abrió el abdomen en una longitud de treinta y cinco centímetros, desde la “Boca del estómago” hasta cerca del “Pubis” extrayéndose posteriormente con sus propias manos los intestinos, quedando después del trauma acostado en su cama; los familiares avisaron al puesto de salud donde el técnico de enfermería junto con sus otros compañeros de trabajo acudieron a auxiliarlo, encontrando su cuarto cerrado por dentro y por la ventana se lo veía a él acostado en su cama, como estaba encerrado y no se podía entra por la puerta, la rompieron, ingresaron y quedaron pasmados al ver el cuadro trágico digno de una película de horror; el paciente estaba acostado en su cama, sangrando por la abertura de su abdomen y observaron restos de intestinos regados en el piso a un lado de su cama; de inmediato lo llevamos al Puesto de Salud donde el personal decidió trasladarlo al Hospital Regional mas cercano.”
El relato del técnico fue poco a poco afectando mi sensibilidad personal como médico, pero este se incrementó significativamente cuando el técnico mostró lo que contenía la bolsa que el técnico trajo al ingresar al tópico de atención de emergencia, eran nada menos que los intestinos del paciente, una masa amorfa y mal oliente ya que dichas vísceras estaban secas y necróticos y refirió que los había traído con la ingenua intención de que exista la posibilidad de que al operarlo el cirujano se los pueda volver a colocar en su lugar.
Al examinar al paciente me encontré con una herida abdominal grande cubierta con una gasa, al extraer la gasa se observó una herida de treinta y cinco centímetros abierta con coágulos dispersos, grasa abdominal y sangrado escaso; sus funciones vitales eran estables, a pesar haber ingresado caminando mantenía una presión arterial que hacía funcionar el resto de su organismo, mantenía setenta y ocho pulsaciones por minuto y no tenía fiebre y por supuesto que de inmediato se le transfundió grandes volúmenes de soluciones fisiológicas.
La pregunta clave para saber que podía hacer por el paciente era ¿Cuanto tiempo había pasado desde que el paciente se evisceró hasta su ingreso al hospital?, y el técnico me respondió que eran aproximadamente un poco mas de seis horas.
De inmediato avisé al cirujano de guardia quien después de evaluarlo indicó su inmediato traslado a sala de operaciones, y después del acto quirúrgico donde encontró vasos mesentéricos sangrantes, ausencia del noventa y ocho por ciento de intestino delgado, cinco centímetros de yeyuno y cinco centímetros de ileon, realizó el procedimiento correspondiente controlando la hemostasia, ligando los muñones intestinales y cerrando cavidad; el paciente salió de sala de operaciones con buena presión arterial y pasó a hospitalización al servicio de Cirugía.
Durante la noche el paciente se mantuvo muy inquieto, estaba tan agitado que el personal de enfermería de turno no lo podían controlar; el mismo se retiró el apósito que cubría su herida operatoria, después se retiro el venoclisis, el médico de guardia le indicó fuertes sedantes hasta que se quedo dormido; a la mañana siguiente por la tarde, con los estragos de la auto-agresión, la cirugía reciente y su evidente alteración mental sucedió algo increíble: Su madre y su esposa firman la historia clínica exonerando de responsabilidad al Hospital y solicitando su alta voluntaria, llevándolo al paciente a su pueblo; donde, por posterior información del técnico de enfermería, falleció a los tres días después de haber abandonado el Hospital.
¿Que había pasado con este paciente? ¿Que fue lo que lo llevó a tomar semejante decisión? ¿Cómo pudo soportar hemodinámicamente tanta agresión? Me hacía constantemente estas tres preguntas y mi interés por conocer las respuestas me llevó a conversar con el médico psiquiatra del hospital quien opinó que el paciente presentaba un trastorno psicótico tipo esquizofrenia, quedando otras posibilidades como un trastorno orgánico cerebral, depresión grave con síntomas psicóticos, epilepsia, etc, etc,. El psiquiatra manifestó que la impulsividad y el suicidio en pacientes esquizofrénicos es de considerar, pues se describe que el cincuenta por ciento de estos pacientes intentan suicidarse y un diez a quince por ciento mueren por esta causa. Además, dentro de las anormalidades de las tendencias de defensa y posesión del cuerpo y las cosas, se describe la indiferencia a los rigores de la intemperie y a las agresiones de toda clase, la propensión a lesionar el propio cuerpo y el impulso de auto mutilación según describe el eminente psiquiatra Honorio Delgado.
Con esta explicación me respondía las dos primeras preguntas pero quedaba por responder la tercera, ¿Cómo pudo soportar tremenda destrucción de tejidos y mantenerse estable por muchas horas? Cuando muchas veces hemos visto que los pacientes fallecen por menores daños. Esa es la respuesta que quedará sin responder pues no tenemos mayores elementos de juicio para acercarnos a una explicación que satisfaga nuestra curiosidad científica. Finalmente, cuanto esfuerzo por salvar una vida, cuanta inversión del estado en esa tarea y cuanto sacrificio del personal de salud en tratar de ayudar a ese paciente, para que los familiares más cercanos, su esposa y su madre lo retiren del Hospital al segundo día y lo lleven a morir en su lugar de origen.
7 de diciembre de 2010
¡CHANCAY CHANCAY! ¿ALGUIEN BAJA EN CHANCAY?
6 de diciembre de 2010
UN RACIMO DE UVAS: “EDUCACION SEXUAL SI, PERO QUE EL NIÑO ENTIENDA"
Carmen, hija del que en vida fue un brillante médico don Ángel Edmundo conocido por toda la familia como “papa Milton” es la mayor de ocho (8) hermanos y ella también se recibió de médica especializándose en ginecología y obstetricia, se caso con un médico y tuvieron dos hijos: María y Juanito quienes desde pequeños acudieron a escuelas que garantizaran una educación formal en lo posible, abierta y que impartiesen conocimientos serios y muy pegados a la verdad. Juanito el hermano menor de los dos hijos de Carmen, ya acudía al primer grado de la escuela primaria en donde resaltaba frente a sus compañeros por tener un buen nivel de inteligencia y una muy buena memoria como lo demostraba el hecho de saber la letra y cantar todo el himno nacional antes de haber cumplido los dos años de edad.
Como era época de cambios en el proceso educativo “Reformándolo” por enésima vez “disque” para modernizarlo, a Juanito ya le impartían clases de educación sexual y otras “reformas” en cursos como matemáticas enseñándole la teoría de conjuntos y otras “novedades”.
En una de sus clases de educación sexual había recibido información muy “detallada” sobre el aparato reproductor masculino y femenino y el proceso de la “fecundación” siendo informado que en este proceso, para tener hijos intervenían activamente tanto la mamá como el papá, y que en la madre funcionaban los ovarios y el útero; y que en el padre se usaba de alguna manera la funcionalidad de los testículos y otros anexos.
Ya se iniciaba una nueva semana escolar y Carmen decide darle a Juanito un buen baño y como su edad permitía todavía que como madre, sea ella quien refriegue las zonas que necesiten mas jabón y agua y estaba muy pendiente de él en la ducha ya que ella se interesaba mucho para que Juanito realice una buena limpieza de todo su cuerpo incluyendo los orificios del oído, el ombligo y lo demás.
Finalizado el baño era momento de secar todo su cuerpo y como todo niño curioso e inteligente, en la medida que se secaba su cabello, cara, pecho y espalda conversaba con su mamá sobre las tareas de la escuela. Pero llegó con la toalla a secar sus “partes íntimas”, y por primera vez tomó conciencia que tenía dos testículos y se acordó de la clase de educación sexual que había recibido el día anterior y repentinamente dijo: “mama, yo voy a tener dos hijos”. Carmen muy sorprendida por la frase profética que decía Juanito le preguntó que como sabía que el número de sus hijos iban a ser solo dos, y Juanito le respondió: “Porqué en la clase de la escuela me han dicho que los testículos del hombre son los que hacen los hijos y yo solo tengo dos y por eso solo tendré dos hijos”; además agregó: “Mamá, mi papá Milton que tuvo ocho hijos sus testículos parecerán un racimo de uvas, ¿verdad?”